Trujillo aprendió a espiar con los gringos

Trujillo aprendió a espiar con los gringos

Si Trujillo fue hechura de los norteamericanos, de ellos aprendió la actividad secreta del espionaje. Pocos dominicanos conocen unos expedientes confidenciales que llevaban los marines en los que anotaban el más intrascendente detalle de la vida y los movimientos de las personas que los enfrentaron durante la ocupación militar de 1916-1924.

Están en el Archivo General de la Nación. Cada informe revela que los interventores superaban al dictador dominicano con agentes que penetraban inadvertidos a los hogares, redacciones de periódicos, parques, restaurantes, clubes sociales, teatros, puertos, casinos, oficinas eclesiásticas, bufetes de abogados, la justicia, mítines y viajes.

Por ese Fondo no solo se puede conocer la oposición y el patriotismo de los nacionalistas y de honorables que fueron amigos de los intrusos sino el discurrir del Santo Domingo de entonces, lugares emblemáticos ya desaparecidos, las calles con sus antiguos nombres y biografías completas de los opositores que con tal vehemencia defendieron la soberanía.

Los informantes conocían por qué determinado medio de comunicación no publicaba específicos artículos, quién los entregaba a los editores, cuáles rotativos eran adversos o tenían ligera simpatía hacia los oficiales.

Definían hasta el temperamento de cada reportado como contrario a ese gobierno impuesto, y describían el origen de vocablos propios del pueblo, como Concho Primo, porque en esos años se usó repetidamente como protesta a su presencia la expresión: “¡Viva Concho Primo!” o “¡Las tropas norteamericanas están saliendo y Concho Primo está volviendo!”.

Es probable que alcahuetes dominicanos a las órdenes de los norteamericanos fueran los redactores de estas notas escritas en un inglés de pocas palabras, por algunos pormenores que los norteamericanos no hubiesen podido establecer.

¿Cómo adivinarían quién era el autor de un escrito anónimo por su estilo? Un informe dice: “El Listín Diario recibió tres artículos con la palabra ‘Trinitario’ y no los publicó. A las dos semanas el o la autora los mandó a El Tiempo donde ahora están saliendo. El público los está leyendo cuidadosamente bajo el título ‘El plan de la hora’”. En opinión de los americanos ese era el estilo de Francisco Peynado o de Juan Francisco Sánchez, quienes según ellos violaban la Orden de Brigada Especial número 69.

Porque buscaban cualquier pretexto para justificar atropellos. Entre las decenas de reportes sobre Fabio Fiallo hay uno en el que parecen motivar su apresamiento. “Fabio Fiallo, dominicano, de 53 años, un activo miembro del partido Horacista y miembro de la Junta Nacionalista, es de carácter violento. Escritor y poeta, en todo el mundo de habla hispana son conocidos sus trabajos”.

Agrega que es un mordaz enemigo y que al llegar las fuerzas extranjeras pronunció un discurso a los pies de la estatua de Colón, en el parque del mismo nombre, en el que llamó a la gente a armarse en contra de los americanos.

Señala que en la celebración de la Semana Patriótica en el parque Colón, Elpidia Gautier, una prominente muchacha de la sociedad, recitó un poema compuesto por Fiallo, “Los dos gigantes”, lleno de insultos al gobernador, al gobernador militar y a la bandera estadounidense. Significa que Fiallo y Américo Lugo eran en ese momento del personal de “Las Noticias” y publicaban artículos fieros contra la ocupación.

Y todo esto, se afirma, “culminó con el arresto el 15 de julio” por haber publicado trabajos de Lugo titulados “La Semana Patriótica” y “Oídme todos”. En ese mismo informe se refieren a una carta de Fiallo a Lugo y Enrique Henríquez acusándolos de tener miedo por no asumir una actitud más agresiva contra los marines. La foto de Fabio Fiallo con uniforme a rayas recorrió el mundo.

“Guerra segura”. Los norteamericanos investigaban los antecedentes de sus perseguidos, escuchaban todas las charlas y se infiltraban en reuniones. Es sorprendente como se refieren a asuntos tratados entre dos personas que consumían un trago en el Club de Artesanos, el Café Fausto, el Centro de Recreo o el teatro Colón de Santiago, el Casino de la Juventud o algunas residencias familiares. Iniciaron una serie titulada “Qué escucho en los cafés” que es un modelo de la estrecha vigilancia y gran capacidad de atisbo de estos gobernantes foráneos. En uno de ellos se cuenta todo lo que se comentó acerca del arresto de Pelegrín Castillo y las “presuntas” atrocidades cometidas en el Cibao.

En este dossier se aprecia la historia de patriotas cuya actuación en esos momentos no ha sido reconocida. Muchos datos no están firmados, solo dice “reporte de agentes”. Es interesante ver cómo muchos de estos nacionalistas que con tanta valentía defendieron la Patria, después fueron connotados trujillistas, como Arturo Logroño, entre otros.

En una de esas memorias se expresa que durante el discurso de Arturo Logroño el sábado en la noche, Félix Mejía, dueño de una librería en la calle Separación, y muy antiamericano, Rafael Damirón, “el bien conocido vagabundo”, Augusto Catrain, “quien tiene un cargo en la oficina Meteorológica”, Miguel Guerra Parra, “un comerciante español” y Enrique Aguiar, “uno de los asesores del presidente Cáceres y otros del tipo de Damirón”, discutían sobre la situación política. Mejía dijo “que en cada ciudad del país se sembrara la semilla de la revolución” y llamó la atención de la audiencia cuando Logroño estaba hablando, como el último orador invitado”.

Damirón fue atacado y burlado por los interventores. Siempre se referían a él atribuyéndole condición de vago y en una relación titulada “Boxer group” destacaron que su partido político era “cualquiera” mientras a los otros le colocaban “Legalista”, “Horacista” o “Jimenista”. Además ahí figuran con sus edades, ocupaciones, direcciones y filiación Américo Lugo, Pedro Peguero, Rafael E. Sanabia, Fabio Fiallo, Enrique Aguiar, Enriquillo Henríquez, José Pérez, Agustín Aristy, Arturo Logroño, Alejandro Mencía, Noel Henríquez, Luis C. del Castillo, René Fiallo, Gustavo A. Díaz y Félix Mejía.

Américo Lugo preocupaba sobremanera a los marines. Este hombre, de 55 años, horacista, es de carácter excitable, irracional, abogado de alta reputación, escritor y poeta. “Es el de mayor propaganda contra la Intervención”, “más que todos los otros agitadores”, indicando los lugares donde “denuncia abusos y crímenes cometidos por los americanos”. Citan un encendido pronunciamiento de Lugo a marineros que arribaron al puerto en el barco argentino “9 de Julio”.

Se ofrecerán otras entregas sobre estos secretos métodos de control de los interventores, quienes espiaban a Francisco Peynado en sus domicilios y visitas y escuchaban con atención a Lico Castillo, “quien dijo anoche” que estuvo con una comisión en La Habana y está esperando que se pronuncien los que están discutiendo la situación en Santo Domingo porque “si la propuesta de los comisionados no es aceptada, la guerra es cosa segura”.

 

 

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