La gloria del dictador en los momentos más estelares de su régimen era evaluada por sus colaboradores más cercanos tomando como referencia el número de las distinciones otorgadas.
No pasaba una sola semana sin que la propaganda anunciara el nombramiento del Jefe como “presidente de honor” de tal institución, “hijo predilecto” de tal ciudad, o que un embajador le entregara una elevada condecoración extranjera
Las miles de distinciones honoríficas de las que se prevalecía Trujillo, no fueron papeles mojados y medallas de pacotilla, sino, numerosos e incomparables instrumentos políticos entre las manos de la propaganda.
Todos esos títulos dominicanos fueron prueba de fidelidad hacia la persona del dictador. En primer lugar, les permitieron reafirmar un dominio sobre el territorio nacional, puesto que cada pueblo le otorgaba un galardón hasta por una simple visita que hiciera a determinada comunidad.
La entrega de cada condecoración estaba dirigida a un objetivo preciso, cuidadosamente calculado en función del momento y de la estrategia puesta en ejecución. La pasión del Jefe por los honores tenía un rasgo más político que una característica sicológica individual.
El escritor francés Lauro Capdevila, en su libro “La Era de Trujillo”, páginas 258 y siguientes, expresa que la mayoría de los países de América Latina apoyaron públicamente al Benefactor, mientras en Europa, los apoyos fueron más limitados.
Solo España y el Vaticano, por razones obvias, dispensaron respaldo al régimen. Con el interés de defender sus mercados de armamentos, primero, y su posición en el Caribe, después; Francia manifestó excepcionales marcas de apoyo.
Puede leer: Operación Power Pack: 57 años de la segunda ocupación estadounidense
Fue a mediados de 1938 cuando Trujillo recibe el grado más elevado: la Legión de Honor, y en 1953 La cruz de guerra con palmas. La primera condecoración se le otorgó cuando el régimen pasaba por un período muy difícil, a causa del escándalo de la masacre de haitianos, en octubre de 1937.
En la ocasión, la diplomacia francesa se incluyó dentro de un movimiento de rivalidades para recuperar una parte del territorio perdido en la región (Haití). La segunda condecoración está reservada para los mariscales de Francia y los franceses caídos en combate.
A pesar de las resistencias del protocolo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la nación europea, acosado por diplomáticos dominicanos, se obtiene la distinción extraordinaria para Trujillo.
Como parte de la fastuosidad de la dictadura, en 1955 se inicia una inmensa campaña de propaganda al mundo entero. Se publican y se difunden decenas de libros oficiales, material que fue distribuido en los Estados Unidos, América Latina, Francia, España y Londres, el Vaticano y hasta en Japón.
Los jefes de Estado, ministerios, universidades, bibliotecas y organismos más variados fueron los destinatarios de los once tomos con los 490 discursos y mensajes del Benefactor, pronunciados entre 1946 y 1953, así como de las obras que hacían incansable la lista de las acciones del régimen en todos los aspectos.
El coordinador de este trabajo fue don Emilio Rodríguez Demorizi.
A continuación alguna de las distinciones más sonoras recibidas por el dictador Rafael L. Trujillo, ajusticiado el 30 de mayo de 1961:
Gran Cordón de la Orden de Isabel La Católica, Gran Cruz de la Orden de Santo Sepulcro, Medalla de Oro de la Pann American Society, (Nueva York), Gran Cruz de la Orden de Carlos Manuel de Céspedes (Cuba), Gran Cruz de la Orden Honor y Merito (Haití), Gran Cruz en Brillantes de la Orden de Perú, Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno (Santa Sede), Collar de la Orden al Mérito (Chile).