Tu palabra, Señor, nos da vida

Tu palabra, Señor, nos da vida

Desde 1984 por ley se celebra cada 27 de septiembre en la República Dominicana el Día Nacional de la Biblia. Esa ley es la 204-84. En el escudo de su bandera aparece una porción de la Palabra de Dios. La porción citada es Juan 8:32 que dice: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre”. A la luz de la celebración de este día, el propósito de este escrito es estimular e invitar a cada lector(a) a que pueda traer a su memoria alguna experiencia personal, muy íntima, que haya tenido con alguna porción -porciones- de la Palabra y que le haya marcado profundamente la totalidad de su existencia.

Esto sin dejar de reconocer que hay una experiencia universal que experimenta cada cristiano(a) de ser transformado por el mensaje de la Palabra, tal y como se expresa en 2da. de Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto”. Este tipo de experiencia, que estoy denominando como “íntima y muy personal”, pudo haber tenido lugar en un momento y lugar muy específico que la persona puede recordar con exactitud o pudo haber tenido lugar en una etapa en particular de su vida en que estaba viviendo la “Noche oscura del alma” (San Juan de la Cruz) o atravesando un “valle de sombra de muerte” (Salmo 23: 4a) o cantando de alegría por un favor recibido sin merecerlo o celebrando la misericordia de Dios por un milagro, por una promesa cumplida o simplemente por haber visto una sorpresa. Ahora bien, lo que caracteriza este tipo de experiencia es que una porción de la Palabra marcó un punto de inflexión en la vida de la persona.

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Ese texto, por ejemplo, pudo llegar a través de la lectura directa de la Palabra, la escucha de una prédica, a través de un himno, entre otras muchas formas posibles. En sentido general, la persona hace referencia sobre el impacto de ese texto bíblico con expresiones como las siguientes, entre otras: “me marcó”, “me cambió la vida”, “no he podido dejar de pensar en esa porción”, “desde ese momento ese texto me ha sostenido, me ha guiado”, “siempre medito en él”. Como ya mencioné al inicio del segundo párrafo el propósito es estimular e invitar a que el lector(a) pueda hacer memoria de su propio itinerario con esa porción o porciones de la Palabra que le han marcado, y para lograr esto quiero compartir el mío. No hay un itinerario que sea mejor que otro ni más profundo, cada uno tiene en sí su propia historia y sello.

MI PROPIO ITINERARIO

Hasta ahora tiene cuatro momentos. Lo voy a presentar en el mismo orden en que han aparecido en el tiempo. 1. Sucedió en el 1980. Estaba tomando en la Asociación Dominicana de Estudiantes Evangélicos (ADEE) un curso titulado “El Estudio Bíblico Inductivo”. El mismo fue impartido por la hna. Atala de Peña. El último día de clase Atala tomó la Biblia, y para darle fin al curso, lo terminó leyendo en Esdras 7.10: “porque Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del SEÑOR, y a practicarla, y a enseñar Sus estatutos y ordenanzas en Israel. (NBLA). A partir de ese preciso momento me quedó muy claro el llamado que Dios me hacía para dedicarme a Escrito Pastoral #88 Por: Joaquín Disla joaquin_disla@yahoo.com Septiembre 2023 2 de 2 estudiar, vivir y enseñar su Palabra.

Agradezco a Dios porque esa porción quedó registrada en la Biblia. No ha habido día que no recuerde ese texto. ¡ME MARCÓ! 2.

El segundo texto que me ha guiado es el de Juan 10.10: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. De esta porción no recuerdo una fecha en específico, pero sí sé que la ‘encontré’ cuando empezaba mi ejercicio profesional en el área de la práctica de la Terapia Familiar, y esto ocurrió a inicio de la década de los 90. Desde entonces, la expresión ‘Vida en Abundancia’ circula en mi ADN existencial.

3. La tercera porción se encuentra en el Salmo 118.24: “Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él”. Esta porción siempre la menciono cada vez que tengo la oportunidad de exponer y predicar la Palabra. A esto ha contribuido enormemente la oportunidad que se me ha dado en mi congregación, la 2da. Iglesia Evangélica Dominicana, de tomar el púlpito para predicar. No hay lugar a que me inviten a exponer que no mencione ese texto. Tengo muy claro que el día en que el Señor me llame a su presencia, ese día también, lo hizo el Señor.

4. Y la última porción que ha pasado a formar parte de mi itinerario se encuentra en el Salmo 139. 23-24: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. Los años me han ido enseñando el camino que todavía me queda por recorrer para poder llegar a la estatura de Cristo. Sé que es un proceso, y por eso le pido a Dios que me ayude a descubrir aquellas áreas de mi vida que todavía tengo que trabajar. En la quietud y tranquilidad de mi corazón, me recuerdo a mí mismo esa petición del Salmista: Examíname, pruébame, mira mi camino y guíame.

Apreciado lector(a), estoy seguro que ya has ido pensando en tu propio itinerario y la historia que le acompaña. La ocasión es propicia para que te detengas y hagas memoria de él. Pido al Eterno en oración que al recordarlo llegues a prorrumpir un grito de júbilo y de aleluya por la forma tan especial en que alguna porción de la Palabra ha marcado profundamente tu vida. Dios es bueno y su Palabra es más dulce que la miel que destila del panal. ¡Amén!