Estos días han sido un hervidero en las facultades y edificios de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD): los estudiantes deambulan detrás de los profesores, sin saber dónde encontrarlos, porque muchas secciones no tienen aulas asignadas: tras la disposición de regresar a la presencialidad, dejando atrás la virtualidad, regresó el eterno dolor de cabeza de la universidad primada.
Cual si estuviera condenada a vivir eternamente en el pasado, la UASD se resiste a aprovechar lo que la modernidad le da, haciendo que los estudiantes pierdan el tiempo yendo a amontonarse frente a los bedeles o escuchando a su profesor en el aula “M y M” (matica e’ mango).
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Es inexplicable por qué, si da resultado, la UASD no aprovecha la plataforma virtual para descongestionar las aulas. Para muchos profesores y estudiantes la virtualidad es mucho más factible que la presencialidad, sobre todo cuando no hay espacio para impartir la docencia.
Parecería como si a las autoridades les gustara el desorden y poner a docentes y estudiantes a malpasar. Cuando se piensa en la UASD, tristemente, hay que hablar de dificultad. ¡Es algo que no cambia por más que transcurran los años! ¡Qué triste ver que esa realidad no mejore en una universidad que debe dar ejemplo!