Un Año Nuevo jubiloso

Un Año Nuevo jubiloso

Ayer tuve el gusto de leer unas palabras memorables del gran poeta checo Rainer María Rilke: “El amor consiste en dos soledades que se protegen, limitan y procuran hacerse mutuamente felices”. Aparecieron en el cabezal de las páginas editoriales del periódico “Hoy”. Con ellas comienzo mi último artículo del año 2016. Para despedir un tiempo que acaba y saludar otro que llega, nada mejor que las reflexiones de un poeta de la talla de Rilke. Mientras los calendarios tienen los días cuadriculados –como medidos por un contable del tiempo-, los poetas son eternos y saltan sobre las edades.
Los poemas de Franklin Mieses Burgos se publicaron bajo el título general de “Clima de eternidad”, una decisión tomada por el poeta en su lecho de muerte. Es el nombre de uno de sus “cuadernos de poesía” más hermosos. Los “dichos” de los poetas duran más que todos los calendarios del mundo: babilonios, judíos, aztecas. Esa capacidad de permanencia obedece a los temas troncales que abordan en sus versos: el amor, un abrazo de soledades, es el caso de la cita de Rilke; en Mieses Burgos, la piedad, la ternura, el hastío, la fuente del mal, el “carácter” de la luz.
El poema inicial de “El ángel destruido” se denomina “Barro inaugural”. F.M.B. nos explica: “Sólo una gran piedad/ pudo crear los mundos eternos sin hastiarse/ sólo una gran ternura/ pudo sembrar la vida, como se siembra un árbol,/ la jubilosa voz de una semilla”. En unos pocos versos nos dice que un árbol es “la jubilosa voz de una semilla”; afirma que crear “mundos eternos” revela una “gran piedad” de Dios que, difícilmente, pueden alcanzar los hombres; y añade que para “sembrar la vida” es imprescindible albergar una “gran ternura”.
Al acabar un año y empezar otro es buena ocasión para repensar esos “dichos” de los poetas: en el amor hay “dos soledades que se protegen, limitan y procuran hacerse felices”. No se trata de que “el infierno es el otro”, como sostenía Sartre. El mundo fue creado “por piedad”; la vida es hija de la ternura; las semillas son voces jubilosas cuando se vuelven árboles. ¡Que entre el año nuevo con júbilo poético y arbóreo!

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