Ahora es tiempo de pasar de inútiles condenas morales a hacer política
En el espectro político/social, que con vehemencia adversó el pasado Gobierno del PLD, hubo marcadas diferencias en cuanto qué significado derrotar ese partido y sobre lo que se esperaba del Gobierno que le sucediera.
Una parte tenía expectativas de cambios, otra, minoritaria, prácticamente ninguna. Sin embargo, hoy existe una inesperada y auspiciosa coincidencia entre esas dos posiciones/actitudes, en cuanto al impacto que sobre el sistema político podrían tener las acciones de la Procuraduría General de República contra varias estructuras de carácter delincuencial de grupos y personajes del anterior régimen.
Esa coincidencia podría ser la base para crear una dinámica de cambios institucionales y sociales de carácter trascendente.
Inesperadamente, los hechos que configuran la presente coyuntura dan otra oportunidad para crear, aunque en peores condiciones, una convergencia de fuerzas con capacidad de enfrentar con posibilidad de éxito a los sectores de la continuidad del antiguo régimen que, dentro y fuera de esta administración, se baten para limitar los alcances y puntos esenciales en términos de derechos, del programa de gobierno de la coalición de partidos que formalmente ascendió al poder.
Las transiciones son difíciles, sobre todo cuando se trata de suceder un poder que, aunque su partido está en plena desbandada, creó una cultura de la impudicia en lo relativo al despojo de los bienes públicos, en colisión con franjas del sector privado de la economía. Esa cultura no la destruye una sola fuerza, un solo partido.
Entre los sectores que, con acierto, valoran positivamente las acciones de la Procuraduría General de la República, fundamentalmente a su principal figura, Miriam Germán, los hay con posiciones muy radicales contra las otras instancias/ejecutorias del Gobierno.
Estos deberían reflexionar sobre el hecho de que la Germán está en ese puesto no caída del cielo, sino por la sopesada y firme voluntad del Poder Ejecutivo que la puso ahí, sabiendo muy bien a quién y porqué la ponía en ese lugar.
Es ese un matiz importante que justifica, en base a hechos, que converjan en un abanico de fuerzas políticas y sociales que pugne por un radical adecentamiento de la Justicia dominicana.
Para bien del Gobierno y de esta sociedad hasta las últimas consecuencias.
Lo óptimo, en la presente coyuntura, hubiese sido que durante el proceso de lucha contra la anterior administración se hubiera creado una sólida convergencia de fuerzas sociales y políticas que sirviese de apoyo e impulso al proceso de transición en curso. A tal propósito, algunos hicimos reuniones para tal fin. Sin éxito.
Ahora es tiempo de pasar de inútiles condenas morales a hacer política y de esa manera contribuir a que en la presente transición se desmonten los pilares claves del pasado Gobierno.
La coyuntura es bastante compleja, los hechos están configurando un Gobierno a dos velocidades, una con el control de un Poder Legislativo al servicio de sectores recalcitrantes de los poderes fácticos, y la otra la del Poder Judicial y en cierta medida, parte del Ejecutivo.
Por consiguiente, si se está en conteste de que estamos ante un proceso de reales golpes a las estructuras de corrupción y poder del antiguo régimen, resulta imperativo, ética y políticamente actuar en consecuencia para incidir en la profundización de lo mejor en esos dos poderes.
Solo en los dos primeros años de la caída de la dictatura de Trujillo se nos había presentado una coyuntura tan auspiciosa como la presente. Aquella vez fallamos. Sería una tragedia social y política fallar nuevamente.
Lo óptimo hubiera sido crear una sólida convergencia de fuerzas sociales y políticas