Un balance. Mi balance. Las luces

Un balance. Mi balance. Las luces

Lentamente vamos muriendo.
Sí.
Aquí y ahora.
Mientras lees, mientras escribo,
cada vez que exhalas, cada vez que inspiro
tú te consumes y yo me disipo.

Lentamente vamos muriendo.
Sí.
Aquí y ahora.
En este minuto ya vencido
que se marcha en silencio,
para siempre, perdido.

Perdido como ese beso que nunca dimos.
Como esa caricia guardada,
como esa palabra de aliento
que nunca llegó a ser escuchada.

Perdido como el abrazo
que nunca dio calor al que lo necesitaba.
Como ese pañuelo blanco
nunca ofrecido para enjugar una lágrima.

Lentamente vamos muriendo.
Sí.
Aquí y ahora.
Y antes de que la cuenta llegue a cero,
en el balance de mi paso por este mundo,
yo prefiero tener el deber vacío y el haber lleno.
Luis González-Aller

Mu-Kien Adriana
Sang Ben

El lunes 16 de agosto el gobierno encabezado por Luis Abinader Corona cumple un año de haber ascendido al poder para dirigir los destinos del país. Este es el primer gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), sin olvidar que la mayoría de los miembros de esa organización política pertenecía al Partido Revolucionario Dominicano.

A lo largo de estos 365 días se ha visto la clara contradicción entre las viejas y las nuevas prácticas políticas.
La sociedad dominicana estaba harta del abuso de poder y, sobre todo, de la corrupción. La “marcha verde” fue el ejemplo perfecto para evidenciar el descontento generalizado de la población en contra de las políticas del PLD.

Después del fracaso de las elecciones municipales en febrero de 2020, el pueblo se volcó en la Plaza de la Bandera. La mayúscula indignación ante la incapacidad administrativa de la JCE y, sobre todo, de imponer unas elecciones electrónicas tan criticadas, fue demostrada el 27 de febrero de ese año.

El pueblo quería cambio. Luis Abinader, no el partido, representaba esa nueva esperanza. Durante su primer año de gestión ha mantenido el discurso de la transparencia y de la ética, aunque algunos funcionarios hacen oídos sordos y continúen con el clientelismo político.

Como ciudadana responsable, y como observadora activa del curso de los acontecimientos mundiales y nacionales, me dispongo en las próximas semanas a hacer un balance del primer año de gobierno; señalando las luces, las sombras y los retos que tiene el Gobierno. En este artículo señalaré los elementos positivos más importantes.

No puede olvidarse que este gobierno nació en el medio de una crisis sanitaria a nivel mundial. La pandemia de la COVID-19 hizo que tuviese que redefinir sus prioridades. Ese elemento es clave, pues este pequeño virus mortal sacudió, y todavía sacude, la economía, la salud y la política en todos los rincones del planeta.
A continuación, expongo los logros más importantes que ha tenido el Gobierno de Luis Abinader en sus primeros 365 días:

  1. Manejo de la pandemia. Aunque tengo mis diferencias con el tema del toque de queda, porque creo que las autoridades cedieron ante las presiones del comercio y la industria, reconozco que el trabajo que se ha hecho con respecto a la vacunación ha sido excelente. Ante la imposibilidad, como la mayoría de los países de América Latina, de conseguir las vacunas Pfizer, MODERNA o Aztrazéneca, decidieron apostar a la vacuna más accesible. las chinas, logrando iniciar el proceso en tiempo récord y detener el ritmo acelerado de contagios.
    Las familias que sufrieron, sufrimos, con pacientes con COVID en condición crítica, agradecen, agradecemos, profundamente la disposición gubernamental de exigirle a las ARS que cubrieran la gran mayoría de los costosos medicamentos.
  2. Independencia del Ministerio Público. El hecho de haber designado a doña Miriam Germán para procuradora, nos mostró desde el primer día una clara señal de que el Ejecutivo no intervendría en los asuntos de justicia. Los procesos que se han iniciado contra los corruptos han sido contundentes. Solo me gustaría que también se hiciera lo mismo con los de hoy. Que los fiscales anticorrupción evalúen a los funcionarios actuales.
  3. Transparencia del Consejo Nacional de la Magistratura. Este organismo se abocó con transparencia a la selección que hacía falta en algunos importantes organismos: la Cámara de Cuenta, el Tribunal Superior Administrativo, los jueces de la Junta Central Electoral, los jueces faltantes en la Suprema Corte de Justicia. Los procesos, a diferencia del espectáculo vergonzoso cuando le faltaron el respeto a Miriam Germán Brito, fue basado en el principio de la idoneidad profesional, no de los intereses mezquinos ya fuesen de carácter político o personales. Estas actuaciones merecen que gritemos: ¡Bravo, bravo al Consejo Nacional de la Magistratura!
  4. La reactivación de la economía en medio de la pandemia y la estabilización del dólar. Esto es algo importantísimo, que amerita un gran reconocimiento. Fue un ejercicio de equilibrio difícil en medio de una pandemia.
  5. La aplicación de la ley en la Dirección General de Compra y Contrataciones Públicas. El nuevo incumbente, haciendo uso de la ley, ha estado enfrentando a todos aquellos organismos, sin importar quién o qué representa, ha detenido procesos que no cumplen con la ley. Ahí conocimos los juegos non santos de Kimberly Taveras, la entonces recién nombrada Ministra de la Juventud.
  6. La incorporación de más de dos millones de personas a la Seguridad Social. Estas personas incorporadas representan a los sectores más vulnerables, a los desprotegidos de siempre. Los sin nombres, los rechazados de las riquezas.
  7. Para favorecer a este sector excluidos de todo, también se está desarrollando un interesante programa de vivienda.
  8. La eliminación de la Oficina de la Primera Dama. Esta estructura inorgánica se había convertido en un poder paralelo de los ministerios. Se inició con Margarita Cedeño de Fernández, teniendo entonces más peso y presupuesto que los ejecutivos responsables de aplicar las políticas públicas, y continuó durante los ocho años de Danilo Medina, aunque con otro enfoque. Recuérdese que cuando Cedeño fue electa Vicepresidenta se llevó todos sus programas sociales al palacio; es decir como si fuera patrimonio personal, no institucional.

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