El presidente de la República contrajo el más solemne compromiso con la Patria cuando dijo en las Naciones Unidas “lucharemos solos para proteger a la República Dominicana”
Sí, solos, pues nadie está más interesado que los dominicanos en defender su territorio, su historia, su independencia, sus luchas por sobrevivir como Nación, su derecho a la libertad de tener un cielo propio, inmaculado.
Para ello es preciso: primero, controlar la población haitiana residente, legal o ilegalmente, en nuestro país; segundo, depurar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para dar de baja a los haitianos infiltrados en sus filas; tercero, determinar, con respeto a la ley, qué hacer con comunidades de haitianos que viven aquí, ilegales o no; cuarto, prever que haya un desbarajuste tan grande en Haití que cientos de miles de haitianos, en un sunami humano, huyan hacia donde les resulta más fácil: República Dominicana, ¿Cuál deberá ser la reacción de nuestros militares y policías que protegen nuestras fronteras? ¿Tenemos hombres entrenados, armas de calidad y suficiente parque y coraje para abrir fuego y contener un sunami humano?
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Un país con una población desarmada tiene pocas oportunidades de defenderse si se toma en cuenta que los haitianos residentes aquí van a defender a sus connacionales.
Llevo tiempo diciendo que hemos permitido que el caballo de Troya viva aquí, conserve sus tradiciones y las practique en el pueblo llano e ignaro, al punto de que algunos sabrosos hablan del ga-ga dominicano.
Estamos penetrados, lo sabemos, lo aceptamos y nos dormimos, vaya todo en amor a los empresarios, criollos y chinos, que prefieren los haitianos ilegales para pagarles sueldos de hambre.
En los últimos años sostengo que hay preparativos para una guerra interna en nuestra tierra, que hay un plan que consiste en tener personal, militarmente preparado, para luchar contra nosotros desde dentro, que en determinado momento se envenenarán los frutos y frutas que venden los haitianos en las calles, parece una idea “juliovernesca” pero no es descabellada.
Desatada una guerra interna con haitianos, sería una excelente oportunidad para la intervención “humanitaria” de los países poderosos que hoy niegan una ayuda económica para enderezar a Haití. Entonces, la lucha por la liberación nacional sería la tarea por realizar.
Para decirlo con Juan Pablo Duarte, “la Ley Suprema del pueblo dominicano es y será siempre su existe ncia política como Nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera”