Un concierto épico pero con inseguridad

Un concierto épico pero con inseguridad

Marien Aristy Capitán

Cual hormiguitas detrás de un caramelo, más de cincuenta mil personas abarrotaron el sábado pasado el Estado Olímpico Félix Sánchez para presenciar un épico y extraordinario concierto que dejó a todos los espectadores hinchados de emoción: Juan Luis Guerra, con “Entre mar y palmeras”, se la lució como nunca antes.

Aunque todos sabíamos que la calidad estaba garantizada, lo que sucedió aquella noche fue tan descomunal que Juan Luis se superó a sí mismo: el derrote de energía, la producción impecable, la selección tan cuidada de los temas y la perfecta compañía de los artistas invitados pusieron el listón altísimo para todo el que se presente en ese lugar en lo adelante.

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El único fallo del concierto, quizás porque el estadio no está diseñado para estas actividades, es que no se tomó en cuenta la seguridad de los asistentes: los espacios estaban tan atestados que, en caso de una emergencia, la estampida habría sido fatal para cientos o miles de personas.

Las escaleras que se levantaron para dar acceso a la zona standing VIP colapsaron, lo que provocó un gran tumulto a la hora de salir (solo quedó disponible la salida de atrás) pero, además, puso en riesgo a todos los que estaban en esa área. Por fortuna no sucedió nada que lamentar pero es una lotería que nadie debería jugar.