Llora el descuido en que está el Conservatorio Nacional de Música, institución de enseñanza superior musical más importante del país. Abandonado, descuidado, lleno de goteras, con ocho aulas clausuradas y otras áreas afectadas.
Conversaciones, explicaciones, fotos, videos… Los directores que ha tenido esa institución se han esforzado enormemente, por años, denunciando el lamentable estado de las cosas, insistiendo tenazmente -y sin éxito- para que se corrijan los fallos.
¿Qué necesitamos para entender que no basta con construir, que hay que mantener lo que se edifica para el desarrollo del país y que hacerlo implica cuidar la inversión de nuestro pueblo, para el bien de sus habitantes?
Mientras el tiempo pasa y las facilidades se deterioran cada vez más, uno se pregunta ¿a quién acudir?
Directores y funcionarios de las respectivas dependencias pasan… y no podemos decir que no hay cambios en el panorama del Conservatorio… la espera cobra un precio en el deterioro de sus espacios porque nada se detiene; ya, además de las aulas cerradas, están en peligro la sala de ensayos Manuel Simó, el auditorio Juan Francisco García, la oficina de la subdirección…
El Teatro Nacional fue víctima de ese descuido por años. Y se solucionó no hace mucho… Si vamos por turnos, confiemos en que ya que está lista la máxima sala de conciertos del país, le toque el turno a esta escuela creada en 1942, donde se forman muchos de los que integran la Sinfónica y demás agrupaciones musicales.
Pensaría yo que la OISOE, Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, con su misión de “coordinar, ejecutar y supervisar la construcción de obras de infraestructura gubernamentales a través un marco de transparencia y compromiso con las necesidades de desarrollo del país y sus ciudadanos” sería la ideal para resolver la situación. Según la página de Internet de esa conflictiva institución, su visión es “ser la institución que promueva la ejecución y fiscalización de proyecto de infraestructura en el sector público, prioritarios para satisfacer las necesidades urbanas y rurales, enfocadas en el desarrollo sostenido de la nación”… Si ellos son responsables de ejecutar, falta que el ministerio correspondiente de solicitar sus servicios lo haga con la urgencia de rigor.
Los amantes de la música, que es parte del desarrollo de la nación y del bienestar de sus ciudadanos, lo agradeceríamos.
Cuando la música sufre, aunque no se den cuenta, sufre el país. No se pierde solo la infraestructura por el olvido o la inercia. Pierden también quienes en ella buscan alcanzar otras alturas que nutren y proyectan al país. Pierden quienes aman los conciertos. Perdemos todos.
Decía Víctor Hugo que la música expresa aquello que no puede decirse con palabras, pero no puede permanecer en silencio.
Protejámosla. No es cuestión de culpables.
Sino de responsables.