El discurso que pronunció el Presidente de la República Danilo Medina en Nueva York en la Asamblea General de las Naciones Unidas, sorprendió a muchos dominicanos y conocedores de su realidad actual.
La destacada pieza literaria del Presidente tuvo la virtud de trasladarnos a una especie de país de las maravillas, sin duda distinto al nuestro, en el que de la noche a la mañana y sin que nadie lo perciba, se ha reducido en más de 6% la pobreza, y que la situación de la salud, plagada de brotes epidémicos graves y de carencias brutales en los servicios públicos, incluyendo la escasez crítica de enfermeras, se pueden ver desde muy lejos, tiene mejorías en el sistema. También los resultados de la “revolución educativa”, de la que se observan hasta ahora solamente la construcción de escuelas, algunas deficitarias y el almuerzo escolar que se sirve todavía con problemas de salud para grupos de beneficiarios.
En el aspecto migratorio se han hecho muy modestos avances (1%) en restaurar a los apátridas, sin tener en cuenta todavía a la gran mayoría de los que no califican por falta de papeles e información, con muy escasos avances en la definición de su estatus de inmigrantes indocumentados.
Tampoco ha tocado, o más bien “ha mirado para otra parte” el gobierno, a los incontables casos de altos funcionarios peledeístas que están involucrados en el dolo y la corrupción a gran escala.
No quiero con esto decir que el gobierno de Danilo Medina no ha hecho esfuerzos para diferenciarse del anterior de Leonel Fernández, que cometió verdaderas fechorías, ni que no haya ejecutado algunas políticas correctas en contados casos. Esto sería injusto, pero está a la vista de todos que no solo esos personeros viven en la perfecta impunidad; sino que siguen enquistados en todo el aparato gubernamental actual, desde el nivel ministerial hacia la última unidad administrativa.
Si queremos ser un país “desarrollado y próspero”, el primer deber de un gobierno es hacer inversiones serias y evitar que se utilice éste para el enriquecimiento ilícito como se está haciendo aún en la actualidad. En esto, parafraseando al propio Presidente, “el momento actual es inmejorable para pasar de las palabras a los hechos”…
En fin, que en realidad: ¡no hay novedad señora baronesa…! Seguiremos montados en el mismo tren de la inequidad y de la impunidad peledeístas, hasta que el cuerpo aguante o el pueblo pueda expresarse libremente en las urnas por una candidatura que permita cambiar este lamentable estado de cosas.