Es la presidenta de Chocolate de la Cuenca de Altamira (Chocal), empresa asociativa comunitaria en el municipio de Altamira.
La humildad, la sencillez y el disfrutar de los momentos que vive en familia, y esos pequeños detalles tan significativos del diario vivir, son parte de la esencia de Luz Melesia Parra, presidenta de el Chocolate de la Cuenca de Altamira (Chocal).
Su adultez comenzó de forma precoz cuando se casó teniendo 16 años, y lo que más recuerda de su niñez es que era muy cobarde, y le tenía miedo a los lagartos y ranas.
Llena de orgullo por la superación y logros alcanzados, cuenta que en el grupo de mujeres de Chocal el 90% son mayores y que “es un reto muy fuerte tener que mandar a personas mayor que usted”.
Al chocolate lo llaman el alimento afrodisíaco por excelencia, y lo que más disfruta de su trabajo esta mujer emprendedora es poder jugar con el chocolate para hacer la figura deseada. Además de que le fascina el de sabor a café y el tradicional de leche.
Algo que Luz lleva en su memoria y que la pone melancólica al hablar de ello es que cuando iniciaron la capacitación de este importante proyecto, tenía que salir fuera de la ciudad y eso para ella era “un trago amargo, porque no estaba acostumbrada a salir y dejar mi familia”, y al caer la tarde lloraba como una niña.
Sin embargo, valió lo pena, porque es una persona productiva, que no se rinde, tanto así que recientemente terminó su carrera de Administración de Empresas, y aunque la graduación fue virtual compartió ese logro tan especial junto a sus seres queridos.
Y es que detrás de esa meta cumplida, Luz cuenta que a pesar de haber terminado el bachillerato no podía matricularse en la universidad porque el dinero que ganaba su esposo no alcanzaba, pero después de tanto tiempo se convirtió en una realidad, y motivo de orgullo para sus hijos, a quienes de cariño les dice “mis chocolaticos”.
Luz está rodeada de madres y damas esforzadas que día a día sacan de abajo para sustentar a sus familias.
Estas Mujeres de Chocal, como les llaman al grupo de fabricantes de productos orgánicos, son un ejemplo de superación y ponen de manifiesto la famosa máxima “querer es poder”.
Aunque de personalidades diferentes tienen algo en común: el amor al trabajo, sacrificio, esfuerzo y el empeño que ponen en su dulce trabajo.
Luz Parra y Noemí Crisóstomo son las socias principales y junto a las demás mujeres, en sus inicios promovían sus creaciones en ferias. Dicho esfuerzo fue reconocido, porque un día ejecutivos del Centro Cuesta Nacional (CCN) conocieron el Chocal y comenzaron a comprarles tabletas, que se venden en los supermercados del grupo desde 2013.
En esta empresa que produce chocolate artesanal cien por ciento dominicano, hay mujeres de 50, 60, 70 y 80 años, dispuestas a producir y sacar adelante a sus familias, porque trabajar dignamente es una de las tantas recompensas que reciben.
Conociendo el Chocal
Sus ejecutivas expresaron que el Chocal tiene capacidad para procesar diez quintales de cacao diariamente. Dichas operaciones benefician a los cacaotaleros de Altamira, quienes no tienen que salir a otros mercados a comercializar sus productos.
La materia prima les llega por un convenio con la Asociación de Productores de Cacao Orgánico del Norte (Asoprocon).
El proceso de producción se realiza de lunes a viernes de cada semana con dos grupos de trabajadoras que cubren los horarios de 7:00 de la mañana a 2:00 de la tarde, y desde las 2:00 hasta las 6:00 de la tarde.
Otro punto a favor que ha tenido la empresa es que a diario reciben excursiones de estudiantes y turistas de diversas nacionalidades que vacacionan en el país.
Las mujeres de Altamira
El Chocal ha sido una ayuda económica y de empoderamiento para las mujeres del municipio de Altamira, provincia de Puerto Plata, que trabajan en la procesadora, pues les ha permitido aprender y desarrollar una profesión ligada a su medio, sustentable en el tiempo y respetuosa con el medio ambiente.
Este grupo se ha convertido en un ejemplo de inspiración para la comunidad, que las respeta y se enorgullece de las ya conocidas en gran parte de la isla como “Las mujeres de Altamira”.
Sin dudas que con su trabajo y esfuerzo han puesto de manifiesto su capacidad de aprendizaje, de liderazgo y sus ganas de mejorar la situación económica, social y medioambiental de la zona.
Desde aquellas que apenas saben leer hasta las que se han inscrito en la universidad para seguir mejorando y optimizar sus labores dentro de la chocolatera, ellas son el corazón que pone en marcha cada mañana toda la dulzura de Chocal.
Hoy en día las Mujeres de Chocal no trabajan para la chocolatera sino que son dueñas de su propia empresa.
Esto supone responsabilidad y sacrificio, pero día a día combinan con éxito su labor con otras múltiples labores que desempeñan en su cotidianidad.
Formar parte de este proyecto del Chocolate de la Cuenca de Altamira es esperanzador y motivador para aquellas que desean superarse en la vida.
Historia que contar
El Chocolate de la Cuenca de Altamira (Chocal) es un proyecto desarrollado en el municipio de Altamira desde 2008. Se trata de una empresa asociativa comunitaria, cogestionada por Fundelosa (financiación y asesoramiento) y las mujeres que integran a Chocal, como beneficiarias de la iniciativa.
Para este proyecto, Fundelosa contó con la financiación de la United State Agency for International Development (USAID), la Unión Taiwán y la Gerencia Norte del Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep).
La USAID trajo al chocolatero suizo Erich Roesli, quien les enseñó a las mujeres a transformar el cacao en chocolate. Y actualmente hacen tabletas con sabores añadidos, bombones, bolas artesanales y vinos de cereza, chinola, mapuey, jagua y otras frutas.
Las mujeres de Chocal elaboran diferentes productos de excelente calidad a partir del cacao orgánico cultivado por los productores de la parte alta y media de la cuenca del río Bajabonico.