Lo peor que podemos hacer es convertir al joven apodado Mantequilla, quien asegura haber creado una fórmula matemática para multiplicar el dinero que según las autoridades financieras es una típica estafa de esquema piramidal, es convertirlo en un ejemplo a seguir por los jóvenes. Que estos lleguen a creer que obtener dinero fácil, sin tener que doblar el lomo, es el camino más corto hacia el éxito, que en el materialista mundo en el que vivimos no es otro que acumular riqueza, por lo que cada vez importa menos su origen o procedencia, si es producto de actividades ilegales o de la santificada corrupción nuestra de todos los días.
Y eso es lo que pasará si al autodenominado “Albert Einstein dominicano” le abrimos las puertas de nuestras escuelas para que ofrezca charlas sobre emprendimiento, como acaba de ocurrir en un liceo de Sabana Grande de Boyá, su centro de operaciones, una pésima idea que alguien del Ministerio de Educación debería reprocharle a quienes dirigen ese centro educativo.
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Mientras tanto el joven que ha ganado fama por su capacidad para multiplicar el dinero amenaza con abrir sucursales de su negocio en Santiago y otras provincias, pero hasta ahora las autoridades se han limitado a pedirle amablemente que desmonte su cuestionable negocio de la manera más ordenada posible, para lo que debe acudir a la Procuraduría de Delitos Financieros y ponerse en contacto con la magistrada Karina Concepción. Pero ese no parece ser el ánimo ni la intención de Mantequilla, que por lo que se ve seguirá defendiendo la “fórmula mágica” con la que promete duplicar en un mes el dinero que recibe de sus inversionistas, y para colmo denunciando la “competencia desleal” de las entidades financieras.
Hasta que se derrita la mantequilla y todo se derrumbe, como ocurre siempre con las estafas piramidales, y será entonces demasiado tarde para los incautos que por codicia o ignorancia cayeron en su trampa atraídos por la ilusión de ganar dinero fácil y rápido.