Su nombre honra la memoria de una de las figuras más importantes del pensamiento social dominicano, Pedro Francisco Bonó, quien fue un sociólogo, pensador y político dominicano, con una gran sensibilidad comunitaria y compromiso por la justicia.
Es considerado el primer sociólogo dominicano y sus apuntes sobre las Clases Trabajadoras Dominicanas constituyen un estudio pionero sobre la composición social del país.
De acuerdo con el padre Francisco Escolástico sj, Rector del Instituto Superior Pedro Francisco Bonó, este pensador-sociológico del siglo XIX además vinculó la filosofía con la realidad de nuestro país y a la vez promovió soluciones.
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El pensamiento crítico a profundidad, la inclusión en sentido general y el diálogo con lo diverso, son insignias que distinguen a los jesuitas, se adscriben en ese modelo de servicio social el padre Jorge Cela, quien dirigía el Centro Juan Montalvo; el padre José Núñez, quien fuera el encargado del Servicio Jesuita de Refugiados y Migrantes, así como el sacerdote Jesús Zaglul, Asistente para la América Latina Septentrional.
“El gran legado del padre Jorge Cela es la lucha por la dignidad que vinculó el Bonó con los barrios de la zona Norte del Distrito Nacional como son Guachupita, Los Guandules, La Ciénaga, Gualey y Las Cañitas, que junto con el padre Antonio Lluberes y otros realizaron un trabajo ejemplar en esas localidades”, expresó el padre Escolástico.
Es importante destacar que el padre Cela fue además el fundador del Centro Montalvo, Ciudad Alternativa y estuvo muy vinculado al Comité para la Defensa de los Derechos Barriales (COPADEBA).
La filosofía con el sello Bonó
De su lado, el sacerdote jesuita, Prudencio Miguel Piña, director de educación continuada, refirió que la carrera de filosofía desde el Bonó está centrada en el desarrollo de las personas para que alcancen una visión integral de la sociedad y así obtener un concepto certero, humana y digno del entorno social. “Una persona que sea capaz de ser instrumento de análisis de esa realidad será instrumento de análisis para construir su propio universo”.
Historia académica
El padre Pablo Mella sj, director de biblioteca y de la Editorial Bonó, recordó que el instituto se formó para educar básicamente a los jesuitas en los años 70, pero cuando se hizo el esfuerzo humano y financiero se vio la importancia de compartir estos conocimientos, entonces invitaron a las congregaciones religiosas para que enviaran sus seminaristas. “Esa ha sido la historia fundamental de nuestra carrera de filosofía, sin embargo, somos una facultad abierta para todo el que quiera pueda venir a estudiar aquí, aunque es una institución con clara identidad católica, hay gente que vienen a la defensiva creyendo que se le va a dar una carrera con esa identidad y no es así, esto es una carrera de filosofía y se intenta que el pensamiento sea como lo dice nuestro estatuto de Justicia, fe y vida intelectual”.
Una institución inclusiva
Marielba Alvarado, directora de admisiones, resaltó la calidad humana que identifica al Bonó independientemente de su religión, nacionalidad, política o género se le respeta y valora. “Aquí se les abre las puertas a todos los seres humanos, sin importar su condición física o intelectual. Este es uno de los institutos más inclusivos que existe tanto a nivel laboral como docente”.
Mientras que Juan José Alfaro, director de registro, subrayó que en el Bonó se forman agentes de cambios que trabajan en silencio cada día en las parroquias. “Tenemos una población que está en el camino del sacerdocio y ese trabajo diario de inserción y de cambio son ejemplos para que este país tenga proveedores de la fe y la justicia y que la voz de Jesús pueda ser escuchada”.