Un Gobierno que Asfixia

Un Gobierno que Asfixia

Claudia Rita Abreu

Estamos sumergidos en una situación de incertidumbre, como cuando se camina desesperadamente por un laberinto que se vuelve cada vez más angosto, con caminos incómodos, lastimosos, poca claridad y falta de ventilación.

Así es el gobierno del PRM, perseguidor. Se dedican a monitorear desde un “like” que cualquier empleado le dé a una publicación digital de un/a amigo/a que parezca opositor, pasando por obligar al personal técnico y de carrera administrativa que quedó en el Estado, a asistir a las actividades proselitistas del partido de gobierno, hasta, quedar como incumplidor con empresarios, especialistas, emprendedores o quien sea que haya optado por participar en una licitación pública o aceptar ir a múltiples reuniones, convocadas por ellos mismos, para desarrollar proyectos y buscar supuestas soluciones a problemáticas de la gestión pública, sin que se concretice nada.

¿Qué decir del grupo de personas contratadas para el pasado Censo Nacional que a estas alturas no reciben su pago? ¡Vergonzoso!

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Son muchas las quejas que me han ido llegando de diferentes grupos sociales, de personas que no se conocen entre ellas, pero que a lo largo del tiempo, nos encontramos por fortuna o destino y coinciden ante la misma problemática: “el mareo de esta gente”, que no es más que la dilectancia en el cumplimiento de pagos, la pérdida de tiempo exagerada o incumplimiento de beneficios contemplados en leyes reguladoras por motivos inflacionarios.

Este es el gobierno de las largas reuniones y actividades en hoteles, las peñas diarias hasta el anochecer y la poca ejecución. Es un afán extraordinario por reunirse o tener eventos y hacer presentaciones de diapositivas digitales, quizás como un mecanismo de sus directivos creerse útiles y engañarse a si mismos en la sensación de que están haciendo algo de impacto. 

La población le está pagando su “escuela de gobernanza”, pero tampoco estudian para aprender, es para pasarse los años rebuscando cómo borrar gobiernos pasados, en vez de resolver los problemas de la ciudadanía. 

El discurso irresponsable que usaron para llegar al poder, donde todo lo que se hace en el Estado, es decir, GOBERNAR, lo volvían un motivo de suspicacia, hoy se les revierte, convirtiéndoles en inoperantes e infuncionales.

El Presidente inaugura y promete cosas que ni siquiera se han licitado y vamos terminando el 2do trimestre del tercer año de gestión, con la economía estancada, pagando intereses de préstamos que no han usado, mientras, por detrás de bambalinas, las decisiones que se toman arbitrariamente, cierran más el círculo de quienes le sacan beneficio a la falta de democratización de las compras públicas y a las decisiones que sólo benefician a unos cuantos, como el fatídico “arancel cero”

Nuestra industria porcina está en un 20% de su productividad y casi todo lo que comemos, a pesar de que se puede producir aquí, es importado, debido al desmonte de las políticas a favor del campo, lo cual, ha generado desempleo y mayor dependencia alimentaria del extranjero.

El sector inmobiliario está en peligro, y quienes, en la clase media encontraron cómo subsistir gracias a alternativas como los alquileres de corta duración vía plataformas digitales, también hoy sufren un decrecimiento de sus ingresos. 

Sacar un pasaporte, por primera vez en mi vida, es una calamidad mil veces peor que cuando existían los buscones asentados de manera desordenada e informal frente al “Guacalito” en los tiempos de Balaguer, porque aún bajo esas condiciones, no había escasez de libretas.

En el paquete de toda esta angustia, sumemos que: la comida y la medicina han duplicado sus costos, la gasolina no baja de precio, las salidas de ocio se vuelven inasequible, hay falta de energía eléctrica, que para colmo, está más cara, como también, tenemos una escasez de agua a pesar de las lluvias y los camiones proveedores de la misma, también han subido de precio. A todo esto, debemos de agregar el tema de la delincuencia, la violencia y la inseguridad.

En este laberinto de tantas puertas cerradas, y la proliferación de espacios angostos y desgarradores por donde se hace el intento obligatorio de pasar; la angurria, la corrupción, la inexperiencia, la suspicacia, el miedo, el abuso, la mentira y la indiferencia de quienes nos gobiernan, hacen que la sensación de asfixia aumente como consecuencia de esa política perremeísta de gobernar hasta ahorcarnos.