Un gran día y dos grandes discursos

Un gran día y dos grandes discursos

Un gran día. Dos grandes discursos. El primero de Eduardo Estrella, un discurso enérgico, objetivo, preciso y contundente. Un reto para el rol fiscalizador del Congreso Nacional en apoyo a las transformaciones que necesita el país.

Luego el discurso central de Luis Abinader, cargado de emotividad y autenticidad. No olvidó detalles humanos importantes como el reconocer el trabajo de los que luchan por salvar vidas durante la pandemia, así como un momento de respeto a la memoria de los fallecidos.

Abinader se identificó con el clamor popular de combatir con energía la corrupción, la impunidad y la recuperación de los fondos sustraídos. Al parecer una decisión sólida y firme, para que no quede corrupción sin sanción ni del pasado, ni del presente, ni del futuro.

Enfocó dos temas: el económico y el sanitario como grandes retos para la gestión que hoy se inicia. También expresó algunos elementos motivadores que llenaron de esperanza a los participantes y a todo el pueblo dominicano expectante ante el gran cambio prometido.

El pasado 16 de agosto fue un día memorable. La democracia dominicana se ha dado una nueva oportunidad para salir al rescate de los valores que definen nuestra dominicanidad. Sobre todo, para restaurar la confianza perdida por las malas prácticas y malos ejemplos del accionar político de las últimas décadas.

Se cifran altas expectativas y muchos corazones laten llenos de esperanzas, para que terminen en el país los abusos de poder, la falta de justicia social y sobre todo la impunidad frente a una corrupción administrativa que ha empobrecido consistentemente la nación.

Ojalá termine ahora la era de los semidioses. Ciudadanos comunes que engrandecidos por la falsa creencia de ser superiores, maltratan por años a la conciencia nacional, prácticamente adoctrinando generaciones, con paradigmas de grandeza que nunca benefician a las grandes mayorías ni traen soluciones a los grandes problemas nacionales.

Las expectativas son altas. Las anteriores expectativas también lo fueron. Revise la historia desde el 1982 hasta la fecha. La última gran esperanza se había cifrado en el Partido de la Liberación Dominicana. Quien en el sentir del pueblo y por lo expresado en las urnas, no pudo cumplir su cometido y al final del trayecto, se podría afirmar que ¨el camino malo era otro¨.

Ahora surge una nueva estrella en el horizonte político nacional. Y es la oportunidad del Partido Revolucionario Moderno. Luis Abinader presidente electo con un legado de honestidad y seriedad que no le luce traicionar.

Con su discurso Luis Abinader cambió de guitarra hacia el violín. Y tocó las primeras notas de lo que podría ser una gran sinfonía nacional para el rescate del sistema democrático y para la salvaguarda de los más sagrados intereses de la nación. ¨Sin retaliación¨ tal y como lo anunció, pero ¨sin amiguismos¨.

La apuesta está hecha. Las fichas están sobre la mesa. Queda pues colaborar para el éxito de una gestión que a todos conviene sea de excelencia y más importante aun: para la reconstrucción, el relanzamiento y la nueva Restauración de la República Dominicana.

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