Moda, tendencia, o simple estrategia de los abogados para justificar las altas facturas que les cobran a sus clientes, lo cierto es que hasta ahora ninguno ha demostrado que define favorablemente su suerte jurídica sacar los casos de los tribunales y debatirlos en los periódicos y redes sociales, olvidando que la opinión pública es un juez tan veleidoso como severo, pero también muy difícil de hacerle variar su percepción sobre un hecho cuando ya se formó un juicio acabado.
Por eso es necesario hacerse la pregunta. ¿Puede un Grupo de Trabajo de la ONU hacer que varíe el curso natural que debe seguir el proceso que se le sigue en los tribunales al exprocurador Jean Alain Rodríguez? Hasta el más imberbe de los abogados debería saber que las resoluciones del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del organismo no son vinculantes, por lo que no obliga a los Estados a su acatamiento, como se ocupó ya de aclarar el canciller Roberto Álvarez, quien calificó como un adefesio jurídico el documento presentado por el exprocurador y sus abogados.
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Lo que eso quiere decir es que, más allá del alboroto que ha provocado en los medios de comunicación, eso no pasará de ahí, por lo que es muy probable que en unos cuantos días nos hayamos olvidado del episodio, que vuelve a poner en evidencia la creatividad de nuestros abogados penalistas y hasta donde están dispuestos a llegar para garantizarle la mejor defensa posible a sus clientes.
Que, por lo que estamos viendo, no se limita a lo que ocurre en el tribunal sino que incluye también una campaña de relaciones públicas con la que tratan de vendernos la narrativa de que Jean Alain es una víctima inocente de la venganza despiadada de la Procuradora General Miriam Germán Brito. ¡Cosas veredes!
Será muy difícil, por razones obvias, que lo consigan, pero nadie puede acusarlos de no intentarlo todo, incluyendo insultar nuestra inteligencia tratando de hacernos creer que es la ONU la que está pidiendo que lo suelten y que no acatar esa petición sería un “desacato”.