En Cristo, se nos revela todo lo que Dios quiere para nosotros. Colosenses 1, 12- 20 nos enseña: “y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud”.
Esta sociedad, que estamos llamados a transformar, consta de un pequeño sector dirigente, muchas veces preso de sus intereses, y grandes mayorías desorientadas y manipuladas, sin poder influir en las decisiones que mejorarían su vida.
Por eso, todo el que ejerza una posición de liderazgo en este país, tiene una responsabilidad enorme.
Cristo Rey nos orienta sobre cómo debemos ejercer nuestro liderazgo. Pablo afirma que Cristo “nos ha sacado del dominio de las tinieblas”. Urge trabajar por la transparencia en todos los sectores de la vida nacional.
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Jesús es líder desde la cruz. Los sectores dirigentes de nuestra nación tenemos que reclamar el apego estricto a la ley. El día que aquí se exija a todos el apego a la ley, los sectores que actualmente no la cumplen, crucificarán a quien señale sus delitos. Ejemplo: los que se roban la electricidad y los que le roban a los que pagan. Jesús padeció la burla. Nuestra sociedad se burla con “p” de la gente honesta.
Esta falsa paz se sustenta en una devoradora impunidad, partera de desastres.
Delante de Jesús, uno de los ajusticiados se responsabilizó de sus actos. Esta República cambiaría, si un nuevo estilo de liderazgo social nos exigiera a todos responsabilizarnos del pedazo de país que tenemos en nuestras manos. Entre todos, podemos resolver esos problemas que dañan nuestra calidad de vida: el tránsito, la basura, la electricidad, la destrucción de nuestros recursos naturales y hasta la probidad del mismo liderazgo público y privado, están ¡en nuestras manos!
El Rey crucificado, nos enseña a cargar la cruz de una República diferente.