Esta es de antología, por lo que no era posible dejarla pasar sin hacer un comentario aunque hace ya varios días de sus declaraciones.
Dijo Miguel Vargas Maldonado, propietario de un ventorrillo político llamado PRD, que como no ve una generación en capacidad de asumir el relevo de liderazgo en esa organización volverá a ser su candidato presidencial en las elecciones del 2024.
Al hablar luego de un encuentro con miembros del Frente Magisterial, dijo que aspira a que ese partido cuente con una generación de relevo, “pero como decía el poeta; yo me retiro cuando llegue mi relevo, pero entonces no lo veo”.
No vale la pena preguntarse cuál fue ese poeta, si es que realmente lo era, pero sí qué ocurrió con el partido que en las elecciones del 2012, siendo candidato Hipólito Mejía, fue el mas votado con un 42.13% frente a un 37.73% que obtuvo el PLD, que junto a sus aliados y llevando en su boleta a Danilo Medina ganó ese proceso electoral.
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¿Qué explica que de ahí en adelante cayera en picada hasta el 2.41% que obtuvo en los comicios del 2020, a los que acudió aliado al PLD y su candidato Gonzalo -El Penco– Castillo?
Eso hay que preguntárselo a su presidente, quien pasará a la historia como el sepulturero del partido que en algún momento fue la organización de masas mas grande del país, y principal responsable de que hoy estemos disfrutando de las ventajas de vivir en democracia.
Nada que parezca preocuparle a Vargas Maldonado, a quien le ha ido muy bien con ese PRD reducido, de manera lastimosa, a su mínima expresión, razón por la cual Guido Gómez Mazara no se cansa de repetir que ese partido pequeño era fuente de grandes negocios para beneficio de su propietario.
Por eso no debe espantarnos que en ese PRD al borde de la extinción no aparezca quien asuma su relevo, pues al fin y al cabo caben todos en una misma mesa, donde nadie se atrevería a llevarle la contraria al que paga la cuenta y firma los cheques.