Sorprendente pero sí, ya te exige que lo trates como lo que es: un niño grande. Y es que se ha llegado a cierta edad… ya se ha cumplido con la etapa preescolar, por lo que pasar a primaria es un tránsito hacia las responsabilidades, las tareas y las evaluaciones. Es una etapa que provoca el contacto con un nuevo mundo social y se intensifica aún más la relación con la realidad; es así como el niño empieza a desprenderse de su mundo de fantasía.
Entre los 6 y 8 años nuestros hijos afrontan la Educación Primaria, en la que comienzan siendo unos niños con afán de aprender a leer y a escribir y la abandonan abriendo las puertas de la adolescencia. En estos años sufren una serie de cambios físicos, intelectuales, emocionales y sociales, que si los conocemos bien nos ayudarán a atinar mejor en su formación, pues en estos años el niño es más autónomo a nivel motor e inicia una primera independencia a nivel emocional.
“Ya soy mayor, paso a Primaria”. Esta frase, pronunciada con aires de suficiencia por muchos niños cuando finalizan la educación inicial, describe en pocas palabras la significativa evolución que marca la incorporación a la enseñanza básica, la cual va a condicionar mucho su vida: es el momento de asentar la lectura, la escritura y el cálculo, y también de unas relaciones sociales más amplias. Es una transición que no debe tomarse con ligereza, pues en el primer curso es que se sientan las bases para el futuro aprendizaje y se adquieren hábitos y procedimientos de trabajo que resultarán básicos para toda su labor posterior como escolar.
De las mesas comunes se pasa a las individuales, y de una atención muy personalizada se pasa a la generalización con todos sus compañeros. Son muchos cambios juntos para ellos, por lo que debemos tener paciencia, ya que de la noche a la mañana no puede convertirse en una personita seria y súper eficiente, académicamente hablando.
Estudios profesionales, han indicado que existen en la vida, y en especial en la de los pequeños, dos tipos de transiciones: las horizontales y las verticales. Las primeras pasan a lo largo de nuestra existencia y están ligadas a los movimientos que hace la persona, en este caso el estudiante de primero de primaria, de manera rutinaria, entre varias esferas o dominios de su vida. Mientras que las transiciones verticales se conciben como un cambio de estado o condición a otro, frecuentemente unidos a desplazamientos “hacia arriba”.
Debemos tener claro, que dependerá de ese aprendizaje que los niños vean en nosotros los padres, frente a los cambios en sus vidas, retos o conflictos, así como reacciones positivas que los lleven a una buena adaptación.
Claro que son niños grandes, pues ya muestran más independencia de los padres y la familia, comienzan a pensar en el futuro, entienden mejor el lugar que ocupan en el mundo, prestan más atención a las amistades y al trabajo en equipo, y los tipos de juegos e interés particulares han cambiado, pero aún desean ser queridos y aceptados por sus amigos.