En la ya dilatada trayectoria del más importante galardón literario que se confiere en nuestro país a un hombre o mujer de letras por el conjunto de toda su obra, establecido por la Fundación Corripio y garantizado su auspicio por el mecenazgo de su presidente, el empresario José Luis Corripio Estrada, don Pepín, el premio de este año llega a las manos de Juan Carlos Mieses, un escritor que no lo gestionó ni lo ha cabildeado nunca, y que ha sabido esperar su tiempo, con dignidad y altura, sin entregarse desesperado a su búsqueda por medios cuestionables, paciente hasta que le llegara en el momento oportuno y justiciero.
Juan Carlos Mieses es un poeta raigal que causó asombro en nuestro medio cuando, en 1983, recibió el codiciado Premio Siboney por su obra «Urbi et orbi», otorgado por un jurado riguroso y de primera, compuesto por Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda y Máximo Avilés Blonda. Aquella noche de la entrega del laurel en la recordada Casa de Bastidas, el joven poeta impresionó a todos con unas palabras cuyo registro se ha esfumado en los laberintos de mi memoria, pero de efecto sonoro que perdura en imágenes y ecos memorables de un instante único.
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Dos años después, en 1985, Mieses duplicó la hazaña con «Flagelum Dei», algo que nunca se vio de nuevo en la categoría poética y que marcó, con esos dos títulos esotéricos, por completo ajenos a la hojarasca escritural de aquella década perdida, la irrupción de una voz nueva y fresca, dueña de una lírica culta y bien labrada gracias a las abundantes lecturas de su autor y a su estupenda formación académica en Francia.
Los integrantes de la Fundación Corripio, encabezados por don Pepín Corripio, y doña Milagros Germán, titular del Ministerio de Cultura, se complacen esta noche en entregar el Premio Nacional de Literatura 2024 a Juan Carlos Mieses, con el beneplácito del jurado que lo otorgó a unanimidad, y la satisfacción de gran parte de los intelectuales y escritores del país, habitantes de un medio cultural complicado, donde la intriga y la maledicencia corren como monedas de circulación.
Nuestro escritor laureado, por suerte, después de esos triunfos iniciales, siguió trabajando con la constancia que lo caracteriza, con verticalidad ética, ascendiendo cada día, apartado del fragor urbano, en busca de niveles cada vez más altos en poesía, o al reunir sus textos en antologías completas, como la del título machadiano «Caminos sobre la mar», publicada en el año 2015. Pero también en cuento, y en novela, con entregas decisivas a espacios regulares; o en ensayo, donde ha dado lecciones de buen gusto, elegancia y maestría. Sus premios nacionales e internacionales en estos géneros confirman el reconocimiento de los entendidos a su trabajo intelectual.
Pienso que tal vez nuestro galardonado de este año suscribiría la afirmación del gran poeta portugués Fernando Pessoa, inventor de los heterónimos, cuando anotó en su «Libro del desasosiego»: «Escribo, triste, en mi cuarto tranquilo, solo como yo siempre he estado, solo como siempre estaré. Y pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la sustancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sometidas como la mía al destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin vestigios».
Concluyo mis palabras con una enhorabuena al ganador del Premio Nacional de Literatura de nuestro país, que este año recibe, con la obra de Juan Carlos Mieses, una inyección salvadora que renueva nuestras expectativas en un futuro promisorio, y toda suerte de buenos augurios. ¡Felicitaciones sinceras al galardonado, y gracias a todos los que han venido a celebrar su victoria!
El doctor José Alcántara Almánzar, sociólogo, escritor y crítico literario, es asesor de la Fundación Corripio.