Boston. Mucho antes de que la gente les llamara selfies, Karl Baden se tomó una simple foto en blanco y negro. Luego lo repitió día tras día durante las tres décadas siguientes.
El proyecto “Every Day” («Cada día”) de Baden cumple oficialmente 30 años el jueves y dice que no tiene intención de detenerse. La intensa contemplación sobre el envejecimiento y la mortalidad ha llevado a que algunos llamen al profesor del Boston College el involuntario “padre de las selfies”.
Al residente de Cambridge, de 64 años, no le gusta que comparen su proyecto con los retratos autocomplacientes que ahora colman Instagram y Facebook, pero reconoce que la omnipresencia de los rostros de personas ha ayudado a elevar el perfil de su obra, que ha sido expuesta en galerías de arte en Boston, Nueva York y en otros lugares a lo largo de los años.
“Si no fuera por la locura de las selfies, probablemente habría quedado en el anonimato como siempre”, bromeó Baden esta semana. “Eso es lo que yo esperaba”.
Lo que hace que el proyecto funcione es que muestra muchos temas universales, desde la muerte hasta la obsesión del hombre con inmortalizarse de alguna manera, opinó Howard Yezerski, dueño de una galería de Boston que ha expuesto el proyecto en dos ocasiones.