Claude Joseph, exprimer ministro de Haití, no es un loco ni un deslenguado sino un provocador, por lo que sus permanentes críticas a la política migratoria dominicana y las acusaciones de racistas que nos estruja en la cara cada vez que se le presenta una oportunidad no son espontáneas, sino muy bien calculadas y con un propósito definido: capitalizar políticamente las tensas relaciones entre ambas naciones, en momentos en que los haitianos nos miran como su tierra de salvación.
Pero además de insolente, el aspirante a la presidencia de Haití es ahora también una víctima como consecuencia de su lucha contra el antihaitianismo existente en la República Dominicana, pero una “víctima” que considera un “honor” que el presidente Luis Abinader Corona prohibiera su entrada al país junto a otras personas señaladas como pertenecientes a las bandas criminales que han sembrado el caos de aquel lado de la frontera.
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¿Cómo no va a ser un honor si le han hecho un gran favor al caer en su juego? El exprimer ministro en campaña confía en que se imponga, sobre todo entre sus compatriotas, su narrativa de los hechos.
“Tengo prohibido entrar en República Dominicana porque defiendo a Haití y a los haitianos, porque combato el antihaitianismo primario contra mis compatriotas y porque me opongo al proyecto de los líderes dominicanos de hacer de Haití un vertedero de los dominicanos”. Razón por la cual, dice, los racistas y la extrema derecha le tienen miedo. En un país en el que puede pasar cualquier cosa el provocador que hoy nos desafía con su agresivo discurso antidominicano mañana puede ser una amenaza más peligrosa que su insolencia, sobre todo porque ya nos advirtió que en un gobierno suyo Haití no será “el patio trasero de la República Dominicana”. Dios no lo quiera.
Pero lo cierto es que nadie está en capacidad de hacer pronósticos sobre Haití, salvo que en cualquier momento puede ocurrir lo peor. Que Claude Joseph sea Presidente, por ejemplo.