Todos los hombres son capaces de asociarse. Lo han hecho desde el comienzo de los tiempos. Fratrias, clanes, tribus, son formas primitivas de asociación. Pero también existen logias masónicas, clubes de servicios, ligas deportivas, uniones sindicales, partidos políticos, grupos literarios y artísticos, entidades empresariales. La gente se asocia por razones ideológicas, económicas, políticas, culturales. No hace falta decir que hay bandas y pandillas de delincuentes, e incluso carteles de narcotraficantes. Juan Pablo Duarte fundó la sociedad secreta La Trinitaria en 1838 y, además, la Sociedad Dramática, con fines que conocen bien todos los dominicanos adultos. En el mundo de hoy existen organizaciones terroristas y empresas de beneficencia.
Todos los días se redactan estatutos para compañías por acciones y para grupos amantes del yoga. No hay que tener miedo a asociarse con otras personas para alcanzar metas lícitas, deseadas por muchos ciudadanos. La convivencia pacífica de los dominicanos no será posible sin un “proyecto colectivo de vida común”. La historia estancada es el título de mi artículo de ayer; el de hoy es Un proyecto colectivo. Son muchos los recursos humanos calificados de que dispone hoy la RD. El crecimiento económico de los últimos tiempos permite suponer que se conseguiría financiamiento para ese “proyecto infrecuente”, pero de enorme importancia para el futuro de nuestra sociedad.
Hace algún tiempo sugerí a algunos expertos en encuestas de opinión averiguar qué piensan los dominicanos acerca de su propio país. Una encuesta que, obviamente, no interesaría a ningún partido, ni a ninguna empresa de negocios. ¿Quién pagaría una encuesta “dominicanista” de este tipo? Habría que fundar una sociedad especialmente para ello. Pudiera ocurrir que, a la larga, los resultados de dicha encuesta fueran útiles para todos los partidos y no para uno sólo.
Thomas Jefferson redactó la Declaración de Independencia de los EUA, en 1776. También redactó el Estatuto de la Universidad de Virginia. Esos textos representan “asociaciones” para dos fines completamente distintos, ambos muy valiosos. Sería magnífico saber qué asuntos, privados o públicos, unen a los dominicanos y cuáles los separan. Y en conjunto, saberlo serviría para organizarlos y entusiasmarlos para alcanzar “una mejor nación”. Población creciente y trastornos políticos externos, ofrecen la oportunidad de pensar estas cosas “insólitas”.