Un proyecto de ley que no ordena el territorio ni mejorará uso suelos

Un proyecto de ley que no ordena el territorio ni mejorará uso suelos

Por fin, después de varios lustros de anunciado, se presentó al Congreso Nacional el Proyecto de “Ley de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelo”, con el propósito de la organización sostenible del territorio, el uso eficiente de los recursos naturales, revertir desigualdades y desequilibrios, la protección e intervención de los ecosistemas, etc, etc.

En realidad, este proyecto de casi 50 páginas a un espacio, 8 Considerandos 24 Vistos y 80 artículos, parece más un glosario o base de datos que una ley propiamente dicha; como un ejercicio académico de preciosismo técnico, que una ley destinada a suplir una necesidad concreta del estado dominicano, aparte del reglamento que precisaría.

Así, en un país en que no se han respetado casi nunca normas elementales de desarrollo urbano y uso de suelos, se pretende establecer una clasificación muy compleja y por veces repetitiva, con múltiples divisiones y subdivisiones que me atrevo a pensar no lo han estudiado siquiera los que firman como autores y miembros de comisiones involucradas en el mismo.

No se establece en dicho proyecto un régimen político-administrativo de las regiones y sus atribuciones, que sería la lógica desconcentración del todopoderoso gobierno nacional; ni atribuciones específicas para las provincias; tampoco para los municipios y distritos municipales fuera de lo ya establecido en la ley existente sobre los ayuntamientos; tampoco se refiere a los diferentes sectores urbanos y secciones o parajes rurales, que es el nivel básico del territorio, de desconcentración municipal, que es donde la gente vive realmente y organiza su vida económica y social.

En lugar de definir claramente los ámbitos geográficos y participación de los actores nacionales, regionales, municipales y comunitarios, en la construcción de una sociedad mejor en las zonas rural y urbana, para el uso fundamental de los suelos; los redactores originales del proyecto y sus probables asesores nacionales e internacionales, han dividido y subdividido los territorios, pero solo teóricamente, utilizando criterios tan diferenciados que se tomaría otros 10 años aprobar un reglamento de aplicación y no parece probable se aplique nunca; mientras algo más simple, como la definición de áreas agrícolas, industriales, forestales y turísticas, que actualmente no merecen consideración de las autoridades nacionales y municipales, no por falta de leyes, sino por la no aplicación de las existentes.

 

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