Al anunciar que asume el control de la lucha contra el crimen y la delincuencia, para lo cual se reunirá semanalmente con los responsables de ejecutarla para darle seguimiento a sus acciones y resultados, el presidente Luis Abinader le está diciendo a sus gobernados cuánto le preocupa el problema y sus negativas repercusiones en la vida de la gente, que ha perdido la paz y la tranquilidad.

Sin embargo, hasta el más desubicado de los ciudadanos sabe que el mandatario no sale a las calles a perseguir delincuentes o a desmantelar puntos de drogas donde quiera que se encuentren, es decir en todas partes, ni está en capacidad, por más trabajólico que sea, de darle seguimiento al día a día de una guerra que lamentablemente la sociedad dominicana está perdiendo, por lo que ese ciudadano también sabe que la buena disposición del mandatario no es suficiente para cambiar esa realidad.

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Se trata de un riesgo calculado que tal vez se justifique cuando se mira hacia la buena valoración de que goza el presidente Abinader, pero que debería proyectarse más como un acicate a sus colaboradores, como una forma de presionarlos, que como una garantía de éxito que este gobierno no está en capacidad de garantizar en el corto plazo.

Mientras tanto hay que decir que ha sido un acierto involucrar a la DNCD y al Ministerio de Defensa, que según lo que anunció el mandatario participarán de manera conjunta y coordinada en los operativos que se realizarán.

Pero cuando hablo de un riesgo calculado lo que trato de decir es que un tema que preocupa tanto a la población, como muestran las encuestas recientes, está llamado a convertirse en insumo de campaña electoral, por lo que es probable, si la delincuencia continúa por sus fueros, que sea utilizado por la oposición para criticar el “fracaso” de la lucha contra el crimen. Y es seguro que no dejarán de recordar, ni de estrujárselo en la cara al gobierno, que su control y supervisión fue asumido personalmente por el Presidente de la República.