Tallin. El robot un carrito blanquinegro de medio metro de altura avanza solo por la acera nevada de la capital estonia, sortea a los peatones y, como un buen ciudadano, se para en el semáforo en rojo antes de cruzar la calle y llevar el almuerzo a una clienta. Atraviesa la calle con el semáforo en verde pero, como no tiene brazos, es incapaz de pulsar el botón de cruce.
Los inventores de Starship Technologies enseñaron a sus aparatos a esquivar los semáforos dirigidos por pulsadores y los equipan con micrófonos y altavoces para que se comuniquen con los transeúntes.
«Tendremos frases hechas (…) como «¿podría usted pulsar el botón de los semáforos tricolores?», explica a la AFP Mikk Märtmaa, de 26 años, jefe del programa de test de Starship en Estonia.
La mayoría de los peatones le sonríe al robot (con aspecto de pequeño frigorífico ambulante) en el barrio Mustamaë de Tallin. «Viví la Segunda Guerra Mundial y lo bastante como para ver robots por las calles de Tallin», comenta fascinada una octogenaria, Aleksandra Vaskina.
Un equipo de ingenieros de Tallin encabezado por Ahti Heinla, un programador estonio que participó en el desarrollo del software Skype, comenzó dibujando un prototipo de robot para recoger rocas en la Luna o Marte, en respuesta a un concurso de la NASA.