Una advertencia de la que no me arrepiento

Una advertencia de la que no me arrepiento

Teófilo Quico Tabar

Hace 12 años advertí en este mismo espacio lo que percibía que se estaba entronizando en la sociedad de manera tan preocupante que podría arrastramos a situaciones difíciles. Expresé: “Algunas personas se han atrevido a expresar, tal vez sin intención de hacer daño, que la mayoría de la población está corrompida, añadiendo cifras y porcentajes excesivos. Pasando por alto que en dichos porcentajes también están incluyendo a sus familias y entornos, lo que es totalmente incierto e inconcebible.

“El día que alguien entienda que la mayoría de sus familiares se han apartado del canal de conducción ético-moral en el cual se han desarrollado o se les ha inculcado; cuando sus vecinos y los miembros de las organizaciones o grupos a los que pertenece o convive, se hayan desviado de sus comportamientos naturales y abracen la vida corrupta y desenfrenada; cuando sus compañeros de labores y los allegados de quienes usted conoce, igualmente estén descarriados, entonces podríamos llegar a la conclusión de que todo está perdido. Pero felizmente no es el caso nuestro.

“Ciertamente existe un proceso de descomposición y se advierte en muchas áreas. Pero el problema fundamental consiste en que los linderos, la verja o el canal de conducción ético-moral se han ensanchado. Se ha ampliado abruptamente, sin que los encargados de establecer y controlar el tamaño de dicho canal lo hayan advertido. Porque se han entretenido y mezclado con asuntos que no son fundamentales ni de su incumbencia, o porque se han dejado obnubilar por sectores con suficiente capacidad para la tentación y las canonjías.

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“Al ampliarse los parámetros conductuales, una parte importante de la cabeza de la sociedad ha cambiado su estilo de vida. Y cuando las cúpulas lo hacen, el resto de la sociedad, especialmente los que no han tenido la oportunidad de alcanzar los privilegios de que hacen gala las minorías, se motivan también a mover sus verjas y ensanchar sus parámetros. Incluso a eliminar cualquier tipo de barreras, dándoles riendas sueltas a todo, para ver si la ruleta de su azarosa vida les trae suerte.

“Para detener ese proceso y lograr que los linderos o canales de conducción sean más estrechos, primero tiene que producirse un cambio en los sectores con capacidad de influenciar. Cambiando de actitudes, modales y estilos de vida, porque la gente lamentablemente les ha ido perdiendo la confianza.

“No me refiero exclusivamente a una parte de los sectores de poder, eso incluye a todos los sectores de la nación: políticos, civiles y militares; religiosos; administrativos y legislativos; empresarios, comerciantes, profesionales, sociales. En todos tiene que producirse un cambio capaz de frenar el proceso de descomposición que se percibe. Frenarlo para luego establecer canales de conducción verdaderamente éticos y morales, en los que la sociedad pueda sentir vergüenza y temor por las cosas malas, no solo por la delincuencia”.

Ahora expreso que estamos a tiempo de revertir parte de esos males. Tenemos personas y dirigentes con capacidad para llevar a cabo esta tarea. Pero como se perdió tanto tiempo, hay que redoblar esfuerzos. Y los encargados de hacerlo tienen que evitar distracciones en otros asuntos no primordiales.

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