Una bruja sin escoba

Una bruja sin escoba

El comienzo de la escalera no estaba en el frente de la casa; había que entrar a una pequeña terraza, de donde arrancaban unos peldaños estrechos; la escalera se componía de tres tramos opuestos, que no eran visibles desde la calle; al terminar el último, la escalera continuaba en forma de caracol, con hierros retorcidos y escalones triangulares. Así se llegaba a una puerta negra de caoba decorada con la imagen de un gato berrendo. Era la casa de una mujer llamada Plutarca. Se decía que esta señora “hacía pronósticos acertados acerca del futuro de las sociedades antillanas”. Esas fueron las palabras del sociólogo marxista que la recomendaba a sus alumnos de la universidad.

Plutarca había ejercido su oficio en Jamaica y en Aruba. De las Antillas holandesas trajo el marido judío que le ayudaba a traducir sus profecías al inglés o al papiamento. Cuando entré a la casa, en el barrio de Gazcue, la bruja me recibió sonriente. A pesar de ser una bruja profesional, me pareció una mujer bastante atractiva. No tenía verrugas en la nariz, no le faltaba ningún diente en la boca; no era joven ni vieja; se presentó sin maquillajes excesivos, vestida con ropa “a la moda”. Sólo en los ojos se le veía algo raro; me pareció que sus grandes ojos mulatos contenían pupilas dobles.
Me preguntó que quién me había dado su dirección; le dije que un profesor de la UASD– Siéntese señor, ordenó; tenía delante un espejo de palote y un plato hondo con agua. –En la República Dominicana hay la confluencia de dos brujerías opuestas: una brujería capitalista, blanca; y otra brujería, africana, procedente de Haití. Entre ambas brujerías, su país quedará atrapado en el año 2020. — ¿ Existen brujerías capitalistas? — Oh, sí; las empresas financieras hacen brujerías con el dinero, con la política.
-Su país se llenará de enfermedades infecciosas; los seguros médicos no darán abasto. Los partidos políticos se verán disminuidos y sin crédito público. Pero lo peor de esas dos brujerías contrapuestas será su efecto en el ánimo de la población. Los dominicanos se sentirán insatisfechos, con ganas de pelear con policías, con inmigrantes, con políticos. Lo veo en el agua y en el espejo.

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