Al irse acercando el Quinto Centenario, mi buen amigo Frank Moya Pons conversó conmigo sobre la posibilidad –y la importancia– de que la Colección Central de Créditos, de mapas antiguos, auspiciara la elaboración y posterior publicación de un nuevo mapa de la Isla, toda vez que el último había sido el ordenado por Trujillo. A mi me entusiasmó grandemente la idea, y comenzamos a trabajar en hacerla realidad.
Frank hizo los contactos de lugar con importantes instituciones del extranjero, y especialmente con la Universidad de la Florida. Allí se realizaron los estudios básicos preliminares sobre el tema, dirigidos por Frank, en unión, coincidencialmente, con un viejo amigo mío, el eminente geógrafo Dr. Gustavo Antonini, quien laboraba en esa Universidad precisamente en la misma área a cargo del proyecto.
En efecto, a Gustavo Antonini le gustó muchísimo la idea de que el nuevo mapa se hiciera realidad, toda vez que había vivido y trabajado en la República Dominicana durante varios años, y conocía la imperiosa necesidad que tenía el país de que se realizara ese nuevo mapa, haciendo uso de las técnicas más avanzadas para su ejecución.
Invité a Codetel a participar en el proyecto, lo cual aceptaron gustosamente, dada la importancia de ese nuevo mapa para la República Dominicana.
Sin embargo, empezaron a soplar vientos de fronda en la República Dominicana. Codetel decidió retirarse del proyecto, y con gran dolor tuvimos que dejarlo a un lado esperando mejores tiempos que nunca llegaron.
Y como estoy escribiendo sobre mis mapas antiguos, me veo obligado a escribir sobre el cierre de Central de Créditos, algo que nunca antes había hecho. Lo haré, sin embargo, muy someramente, tratando de enfocar únicamente el aspecto que toca la Colección de Mapas.
Hacia 1990, 1991, la situación económica del país fue empeorando de más en más, como consecuencia de las desorbitadas emisiones de pesos inorgánicos, ordenadas por el Presidente Balaguer para el financiamiento de las obras del Estado.
Pocos años después, el propio Dr. Balaguer, en declaraciones al periódico La Información, afirmaba que él aceptaba su responsabilidad por el caos financiero que se había formado, como consecuencia de su política de emitir pesos inorgánicos
Según se iba desenvolviendo la situación, fui haciendo grandes esfuerzos por evitar que la crisis económica tocara nuestras puertas. Ví caer bancos y compañías financieras que habían surgido de buenas a primeras, y que habían subido como el Alka Seltzer, y que así mismo se desinflaron.
Siempre pensé que una situación como esa no era posible, no, no era posible, que aconteciera a Central de Créditos, tras más de tres décadas de trabajo serio, con un prestigio y una confianza públicas ganadas en base a grandes esfuerzos y sacrificios, y una seriedad y cumplimiento a toda prueba, subiendo la escalera del éxito de peldaño en peldaño, nunca a saltos, pero nunca atrás –como dice la expresión popular– ni para coger impulso
Fueron innumerables las gestiones que realicé a nivel privado gubernamental y empresarial–, como a nivel público, concediendo muchas entrevistas tanto a periódicos como por televisión, y escribiendo numerosos artículos en los que exponía, con mucha anticipación, el derrotero que estaba tomando la situación económica del país.
Con gran claridad exponía hacia donde nos estábamos enrumbando, si no se hacían esfuerzos inmediatos por tomar medidas serias que yo proponía, y que hubieran impedido posiblemente el desplome de importantísimos sectores del área financiera.
Pero nada. Puertas cerradas tras puertas cerradas. Oídos sordos, totalmente sordos. Ni siquiera un atisbo de posibilidad de solución.
En algún momento me acerqué al Presidente Balaguer, y le solicité formalmente que el Estado adquiriera la Colección de Mapas, por la importancia que tenía para el acervo cultural de la nación.
El Dr. Balaguer no mostró el más mínimo interés en su adquisición, no obstante los reiterados artículos importantes publicados sobre el tema por doña María Ugarte en el diario El Caribe (Colección de Mapas y Planos de la Isla debería destinarse a un Museo Cartográfico, 8 de agosto del 1992, y Una colección cartográfica que debería ser base de estudios, 22 de agosto del 1992), así como por otros distinguidos columnistas de opinión de distintos periódicos.
Me acerqué entonces a una importante institución financiera con los mismos propósitos. Para ese entonces, la Colección de Mapas estaba valorada en nuestros libros en unos cinco millones de pesos, y mi interés en desprenderme de la Colección, les explicaba con todo detalle, no era tan sólo por lo que significaba ese capital para la sobrevivencia de mis empresas, sino por la importancia que yo le concedía al mantenimiento incólume de la Colección.
De nuevo, negativa por respuesta. No les interesaba. Tan sólo coleccionaban pinturas
Viendo que llegaba el momento en que vería desplomarse mi trabajo de treinta y seis años, me permití entregar sendos lotes de mapas a dos instituciones sin fines de lucro, como dación en pago, para dejar cancelados certificados financieros que mantenían en nuestras empresas.
Una de ellas, Promoción Apec de la Mujer, Inc. PROMAPEC, filial de Acción pro Educación y Cultura, Inc. APEC, institución de la cual era yo su Presidente en ese momento.
La otra, Fundación Orquesta Sinfónica Nacional, Inc. SINFONIA, de la cual era yo su Vicepresidente en ese mismo momento.
y el Jueves Santo del 1993, cuando me dirigí como de costumbre temprano en la mañana a Central de Créditos, me encontré con el edificio militarizado, impidiéndoseme la entrada a mi empresa, no obstante los grandes esfuerzos que desplegué en ese sentido.
Adentro quedaba un pedazo de mi vida. Mis archivos personales mis mapas mis cosas todo lo que hasta entonces yo consideraba como mi vida por lo que hubiera dado mi vida teniendo que esperar sin embargo casi ocho años para descubrir mi verdadera Vida, mi Señor Jesús Pero esa es otra historia
Y nunca más pude entrar. Y nunca pude lograr que se me permitiera ni siquiera participar en la liquidación de lo que habían sido mis empresas.
De los mapas tan sólo supe que en algún momento los trasladaron a un edificio en la Avenida 27 de Febrero con Tiradentes, donde alguna vez estuvo el Banco Corporativo, o como decíamos entonces sus amigos, el Banco de Lucas Guerra.
Ya luego, con los años, empezaron a salir fotos de distintas personas, en diferentes periódicos, mostrando orgullosamente los mapas antiguos de sus respectivas colecciones y que yo fácilmente identificaba al tener exactamente las mismas cañuelas que les había puesto años antes
Y venía algún amigo, a quien le dolían mis mapas, y me decía que los había visto en aquel local rodando por el suelo, amontonados, sin mantenimiento, sucios, almacenando polvo, húmedos, etc. etc. etc.
Tampoco supe durante todos estos años en qué habían parado los mapas que entregué a PROMAPEC y a SINFONIA.