Una conversación con Catana Pérez de Cuello

Una conversación con Catana Pérez de Cuello

POR LEÓN DAVID
DAME TU DEFINICIÓN O, MEJOR, TU PERCEPCIÓN VIVENCIAL DE LA MÚSICA.
Acojo la segunda parte de tu petición, para compartir lo que me provoca la música. Por medio de ella y a través de ella, he conocido emociones tan infinitas que son capaces de abstraerme del medio físico donde me encuentro.

Recuerdo sentimientos tan sutiles y tiernos como la acariciante levedad de una pluma que roza la piel, o tan marcados y poderosos que casi me sacan el corazón del pecho. He vivenciado el más amplio abanico de emociones que pueda existir, desde el drama más intenso hasta la cima más exultante. He sonreído con mis labios y mi alma a la vez, sin que medie un chiste o una situación jocosa, por puro gozo. Me siento viva por dentro y por fuera, con los sentidos en alerta. Me he conectado con frecuencia con la humanidad, con sus virtudes y valores, con la naturaleza, con los sentimientos más nobles, con el universo y su Creador, sin que medie la religión. Eso, que resulta muy similar al amor, es la música para mí.

¿CUÁL ES LA PECULIARIDAD DE LA MÚSICA, COMPARADA CON LAS DEMÁS ARTES?

Ella es etérea, intangible, inasible, inefable. Sin embargo, la música es portentosamente infinita en su vida efímera, momentánea, y gloriosamente palpitante, real. Una obra pictórica, escultórica o fotográfica se capta de una ojeada, aunque haya que detenerse en ella para apreciar bien sus detalles y disfrutarla. Una obra literaria requiere de un proceso de lectura, pero si ha sido plasmada en un libro o revista, puedes acudir a ella cuantas veces quieras y materialmente la tienes a mano. Las obras arquitectónicas son testimonios permanentes, a la vista de todos. En estas artes existe un contacto directo entre creador y público. La música, al igual que las expresiones escénicas, requiere de mediadores entre quienes la crean y quienes la escuchan, a lo que podríamos llamar circuito compositor-intérprete-oyente. Ella existe en el instante en el que se hace y hay que ir reuniendo cada uno de esos momentos en la imaginación. Su lenguaje se desarrolla en el tiempo y en el espacio y si sólo se escucha un fragmento de una pieza, el proceso queda inconcluso, puede ofrecer una idea de la totalidad pero no la abarca. El proceso musical es verdaderamente complejo, aunque dicha complejidad pase inadvertida para quien no se encuentra envuelto en ella.

¿QUÉ HA PASADO CON LA INTÉRPRETE MUSICAL, CON LA PIANISTA CATANA PÉREZ?

Lo que tenía que suceder en un medio como éste. El fiel de la balanza se inclinó hacia la practicidad de la vida cotidiana y la escogencia de opciones decidió: tener una vida con la mayor cantidad de aportes en la música y la menor cantidad de estrés y frustración ante lo irrealizable. Mi última aparición como pianista fue en febrero de 1998, en la Sala Eduardo Brito del Teatro Nacional, con la Sinfónica, el maestro Julio de Windt y el pianista Ramón Díaz; tocamos el Concierto para dos pianos de Poulenc.  Fue una noche feliz, preciosa. Mas, esa misma noche decidí, espontáneamente, dejar a un lado las presentaciones como pianista. Determiné que resultaba absurdo para mí preparar un concierto o un recital con un empeñado programa, para tocarlo una sola vez. La interpretación musical absorbe, es implacable; el ánimo, el alma, los pensamientos, el tiempo deben ser exclusiva y totalmente para el instrumento y la partitura. Sin embargo, apreciado amigo, eso no significa que haya dejado el piano. No lo practico con la regularidad que quisiera, no puedo, pero tengo mis planes para un futuro. Ya los sabrás.

¿POR QUÉ ES CREENCIA COMÚN, GENERALIZADA, QUE LA MÚSICA CLÁSICA NO GUSTA AL PUEBLO?

Debido a estereotipos que se mantienen por hábito, sin que se les preste la debida atención para erradicarlos. Mis experiencias y vivencias pedagógicas, muy ricas, me indican exactamente lo contrario; eso es un mito. El ser rico o pobre, el pertenecer a una determinada clase social, no es lo que indica el grado de sensibilidad de las personas, sus intereses artístico-culturales, su inteligencia emocional receptora o su capacidad apreciativa. Yo veo esta situación como un problema eminentemente educativo o, más bien, de carencia educativa y de oportunidades, que se va transformando en un fenómeno cultural. Si no hay un acercamiento desde temprano a la música clásica, al arte en general, las personas no pueden saber si eso les puede o no interesar y gustar. A esto -que es muy largo de analizar- agrégale cuán costosos son los boletos de entrada a los grandes espectáculos, lo cual los convierte en inaccesibles para una gran mayoría, y súmale la trillada concepción de percibir la música clásica como “música de muertos” que durante generaciones se implantó aquí, cuando en la radio y luego en la televisión ponían música de Beethoven o de Mozart indiscriminada y únicamente cuando moría un personaje importante de la vida nacional o en Semana Santa -¡el Himno a la Alegría sonaba todos los Viernes Santos!-. Hay que educar desde el preescolar, ofrecer oportunidades y buscar los mecanismos que faciliten el acceso de las mayorías a las funciones clásicas con regularidad.

¿QUÉ EFECTO HAN TENIDO LOS CURSOS DE APRECIACIÓN MUSICAL QUE IMPARTES?

Excelente y fascinante aunque limitado, porque hemos sido muy pocos los que nos hemos dedicado a ellos. Esta labor educativa lleva más de tres décadas en Santo Domingo y en ella han confluido como alumnos las personas más disímiles, en todo sentido, que puedas imaginar. Siempre me agrada reconocer a profesionales de la talla de Julio Ravelo de la Fuente, Aída Bonnelly de Díaz, Gracita Senior de Pellerano y Leila Pérez y Pérez, entre otros, porque con la permanencia de estos cursos y entre todos, hemos ido creando un público sensitivo, interesado, perceptivo, conocedor, al que difícilmente le pueden meter gato por liebre en la apreciación de la música. Ya que la escolaridad no ha desarrollado en la práctica a la educación musical –con honrosas excepciones-, estos cursos han llenado de alguna manera ese lamentable vacío. Las bondades y los beneficios de la educación musical temprana colmarían ellas solas este diálogo. Es una pena que la gran mayoría de los dominicanos tenga que esperar la adultez para hacer de la música clásica una gran amiga.    

¿QUÉ DISTINGUE A LA BUENA MÚSICA DE LA QUE NO LO ES?

Pregunta delicada y con sus “bemoles”, muy difícil de responder. Para no caer en aspectos filosóficos ni en lenguajes especializados, te diría que la buena música debe reunir en el pentagrama la creatividad, la inteligencia, la pasión, el ingenio, el talento y la sinceridad artística de su hacedor; debe convertirse en sonoridades con miles de matices para ser transmitida de igual manera por el re-creador, quien le aporta además su visión estilística, su esencia interpretativa. No importa que una pieza sea sencilla o complicada, corta o extensa, de éste u otro género o que sea para un único intérprete o para muchos. Lo que sí importa es que cuando esa pieza se ejecute, llegue al oyente y le transmita su verdadera esencia musical, su autenticidad artística. Esta verdad –tan abstracta como la propia música pero siempre perceptible, apreciable y comprensible- es lo que permitirá que esa pieza se coloque por encima de lo banal, de los gustos momentáneos y de los intereses mercadológicos y que permanezca en el tiempo, se llame su compositor  Frédéric Chopin, Antonio Carlos Jobim, Giuseppe Verdi, Juan Luis Guerra o Bienvenido Bustamante.  

¿QUÉ OPINAS DE LA CRÍTICA MUSICAL EN NUESTRO PAÍS?

No existe en el presente. Sólo hay crónica musical, con uno que otro intento esporádico de crítica. Hacen falta las Aída Bonnelly y los José Enrique De Marchena, porque la crítica musical mantiene viva la tradición de un lugar, es un referente permanente de lo ocurrido, no de lo simplemente anunciado o programado en teoría. 

¿QUIÉN ES CATANA PÉREZ DE CUELLO?

Pues, soy una mujer para quien su familia es el centro de gravedad de su vida. Valoro  extraordinariamente mi profesión. Atesoro la amistad sincera como un don muy preciado. Me zambullo de lleno y hasta el fondo en lo que llevo a cabo, sea la interpretación pianística, la investigación para un libro o mis cátedras de apreciación musical, de las cuales vivo enamorada. Disfruto enormemente de lo que hago, ya sea trabajar con niños que con adultos o jóvenes, escribir, ver DVD (¡qué maravilla de la técnica!), cocinar o bailar. Soy disciplinada y organizada, pero desconozco la rutina en mis tareas. Aprecio mucho el buen sentido del humor. Entro en rápida sintonía con otras personas, soy muy elástica de pensamiento y desecho la negatividad. Soy gregaria y me encanta compartir con los demás, pero disfruto de la soledad. Trato de hacer las cosas lo mejor posible y por suerte, he logrado despojarme del inútil perfeccionismo. Valoro la gratitud que puedo sentir hacia otros, aunque no la exijo hacia mí. Admiro y respeto la integridad y el trato llano, sin rebuscamientos, en las personas. Le huyo, eso sí, a la gente acomplejada, arrogante, mezquina, ignorante en el trato humano, porque la mediocridad es su eterna compañera. Planifico mis días y asumo cada instante de mi vida con intensidad y también con naturalidad, incluyendo mis importantes ratos de ocio. Amo la vida que tengo.

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