Honrar la vida
No! Permanecer y transcurrir
No es es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida
Merecer la vida, no es callar y consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Más difinida!
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Porque no es lo mismo que vivir
Honrar la vida!
No! Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida
Merecer la vida es erguirse vertical
Más allá del mal, de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida!
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Porque no es lo mismo que vivir
Honrar la vida! Marlina Ross
Debemos brindar por haber vivido. Brindar por cada una de las vidas que a través de los años hemos podido vivir. Cada día es un regalo. Cada año cumplido es una acumulación de experiencias maravillosas, las cuales dependiendo de las perspectivas existenciales que asumamos, nos convierten en mejores personas. Brindo por la vida y por los días que me quedan por vivir, sean muchos o pocos, estoy más que paga. Como dice la canción que popularizó la voz de Thalía:
Por esos días por venir
por este brindis para mí
por regalarle a la intuición el alma mía
porque los días se nos van
quiero cantar hasta el final
por otra noche como estas, por mi vida
Por esos días por venir
por este brindis para mí
por regalarle a la intuición el alma mía
porque los días se nos van
quiero cantar hasta el final…
Estoy convencida de que debemos tener una actitud diferente ante la vida. Esta maldita sociedad occidental quiere vendernos, a través de subterfugios diversos, el mito de la eterna juventud. Envejecer se convierte en una verdadera maldición, en una realidad que debemos ocultar. Decir los años que tenemos es un estigma, cuando debería ser un orgullo, una bendición.
La juventud eterna, el mito imposible, falso y absurdo de la sociedad de consumo, ha convertido a la belleza construida en pura mercancía. Muchas jóvenes no piensan en cultivar sus almas, sino en fabricar sus cuerpos, su cara y su pelo para ser muñecas ficticias. Las más adultas se aferran a sus años de juventud, y luchan por el imposible. Con esta afirmación no quiero decir que al llegar a los 60 me abandonaré a lo que mi cuerpo quiera, o me vestiré como la clásica anciana con su falda larga, su moño en la nuca y zapatos mocasines cerrados. No! No! No! Creo que lo importante es que nosotras las mujeres sesentonas seamos bellas asumiendo con estoicismo el paso del tiempo.
Creo, como dice la letra de la canción que dio a conocer la inmensa voz de la inolvidable Mercedes Sosa, que necesitamos «honrar la vida», pues no solo es dejar transcurrir los días, siendo testigo del discurrir de las horas con actitud contemplativa y sin compromiso con el futuro.
Vivir es una gracia, una bendición, un regalo. Yo me acepto como soy. Acepto envejecer por el precio de vivir. Exhibir mi pelo blanco, teñido por la vida, es más que un orgullo. Es mi grito sin palabras de que estoy orgullosa de mi edad, de mi experiencia acumulada y de mi paso por la vida. Caminar al lado de mi esposo, que también tiene plata en el pelo y las arrugas se han ido adueñando de su rostro, es una bendición del cielo. Juntos exhibiendo nuestros años hasta el final de nuestras existencias.
SOBRE LA VIDA
No es chacota la vida,
La tomarás en serio,
Como lo hace la ardilla, por ejemplo,
Sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir
La tomarás en serio,
Pero a tal punto en serio,
Que a los setenta años, por ejemplo,
Plantarás olivares,
No para que les queden a tus hijos,
Sino porque, aunque temas a la muerte,
Ya no creerás en ella,
Puesto que en tu balanza
La vida habrá pesado mucho más.
Nazim Hikmet
“Antología Poética”
Ed. Quetzal 1984
Me doy cuenta que en cinco años, cuando alcance los 65 años de edad, según las Naciones Unidas, voy a formar parte del 9.1% de la población mundial, que se estima que para el 2050, alcanzará la cifra de casi 2 billones de personas. No tocaremos aquí el grave problema demográfico que significa. Debe ser objeto de otras entregas
Volvamos al tema esencial de esta reflexión. Al llegar a los 60, y de hecho lo he practicado desde hace cinco años, es que tengo la maravillosa ventaja de permitirme muchas cosas. Mejor dicho todavía ¡de liberarme de muchas cosas! Aprendí a decir NO. Entendí que ya no tengo que doblegarme a nada ni a nadie. Creo en la verdadera libertad, en el más amplio y profundo sentido. Feliz de poder decir, sin ataduras, todo lo que pienso. Y sentirme libre, me hace feliz. Es el premio maravilloso de haber cumplido las seis décadas de existencia. No sé cuánto tiempo más estaré en esta tierra y en este mundo. Solo sé que viviré con intensidad todos y cada uno de los días que me quedan por vivir. La pasión seguirá arropándome, pero con una gran diferencia. Tomaré el tiempo necesario para la soledad, para seguir descubriendo la belleza de lo nimio, para descubrir que la banalidad es a veces un buen escape. Y, por supuesto, seguiré junto a mi amada familia nuclear y ampliada, y junto a mis amigos, la familia elegida por el corazón. Inicio este nuevo trayecto vital caminando con bríos y con sueños y esperanzas renovadas. Y me siento feliz, más que feliz.