Dice la fiscal Maura Gómez que ignoraba que la presa de Monción, donde el pasado lunes fueron rescatados los cadáveres de cuatro nacionales haitianos, tres de ellos con los pies atados, es utilizada para el tráfico de indocumentados haitianos, como sospechan residentes en la zona.
El macabro hallazgo está bajo investigación de la Policía conjuntamente con la representante del Ministerio Público, quien ayer informó que hay dos personas detenidas, también de nacionalidad haitiana, y que gracias a la Asociación de Pescadores de la Presa de Monción se logró identificar al propietario de la yola que habría zozobrado el pasado sábado con al menos ocho personas a bordo.
Con ese señor las autoridades quieren conversar para esclarecer las circunstancias en que se produjo el accidente, pero sobre todo para confirmar la sospecha de que se trataba del trasiego de haitianos indocumentados.
Y, por supuesto, para que explique porqué tenían los pies amarrados, lo que probablemente provocó que se ahogaran.
Esa investigación, por razones que saltan a la vista, no debe ser festinada por las prisas o la falta de interés, una tentación cuando se trata de nacionales haitianos sin papeles ni dolientes, no solo porque podríamos estar ante un hecho criminal horrendo e inaceptable sean quienes sean las víctimas, sino porque su muerte podría haber puesto al descubierto una nueva ruta para el tráfico de ilegales haitianos, que según los lugareños son transportados desde Corocito, en San José de las Matas, hacia la parte alta de la presa de Monción conocida como la Loma del Tanque.
Por eso es necesario que a la investigación se sumen los organismos de inteligencia del Estado, pues si se confirma que los haitianos han encontrado una nueva ruta para la “invasión pacífica” de la que, según la narrativa nacionalista, somos víctimas desde hace décadas, hay que cerrarla de inmediato y apresar a los que de este lado hacen buenos negocios con su desesperación.