Anticipándose con gestos de buena voluntad y admiración al país en algunos sentidos, el nuevo zar de las relaciones exteriores de Washington, Marco Rubio, será recibido el próximo miércoles en Santo Domingo por el presidente Luis Abinader, un primer encuentro de gobierno a gobierno EU-RD con una agenda en la que va a estar presente (y ya se anunció) el tema de los inmigrantes además de otros de interés común como el combate combinado contra el narcotráfico. Sale ya a relucir la preocupación de Estados Unidos por el flujo migratorio que de aquí parte sin el visado correspondiente. En esto, las autoridades dominicanas tienen sus cuentas claras con sistemáticas interceptaciones a la navegación furtiva hacia el territorio de soberanía estadounidense al otro lado del canal de La Mona. Los puntos de salida regulares de este país hacia el exterior están efectivamente vigilados contra el uso fraudulento de documentos de viaje. También preocupa a la Casa Blanca la creciente influencia de China sobre América Latina, lo cual vendría a externar a un país que expresa permanentemente interés de conservar, y hasta acrecentar, su sociedad económica y política con Estados Unidos (con ellos allá y RD aquí) sin renunciar a mantener también relaciones de mutua conveniencia con otras grandes economías, incluyendo la asiática: cordial, abierta e incondicional por cierto, y que sus facultades soberanas permiten.
Aunque sería indelicado trazar pautas desde aquí al jefe de Estado local, en una cumbre Abinader-Rubio no deberían quedar fuera los temores que asaltan a familias dominicanas tanto en esta tierra como en la de aquel norte por la magnitud y forma que amenazan tomar las repatriaciones. Sin cuestionar el derecho de Washington a controlar permanencia de extranjeros y que República Dominicana ejerce también hacia la desbordada presencia haitiana que, afectivamente, no conviene al país. A pesar de las indicaciones de que la administración Trump estaría, con esta primerísima visita de Rubio, en la intención de mantener por buen rumbo esta bilateralidad, se requieren reafirmaciones de que la embestida de aranceles altos no se asomará contra las exportaciones dominicanas en lo inmediato ni después.