Una radiografía a la normalidad

Una radiografía a la normalidad

José Miguel Gómez

Los humanos actúan por estímulo y reforzamiento, pero también por condicionamiento. Después de los algoritmos se descubrió que las neuronas espejos y el sistema de creencias, las personas consumían, pensaban y actuaban bajo tendencia de todo tipo, debido a los pensamientos que les habían sido construidos a través de la economía del comportamiento.

Es decir, “lo que no has visto, no lo necesitas”, una vez lo ves, ya te crean la necesidad de tenerlo; te crean el envase y te crean el contenido; entonces, consumes, compras, necesitas, etcétera.

El mercado establece los perfiles de los posibles compradores; se construye una identidad generalizada, global para que las personas se alineen en tendencias consumistas, populistas, conservadoras, o apática o indiferentes de los derechos civiles.

La normalidad, duele decirlo, no es un resultado de la individualidad o del ser, sino una construcción social, mercadológica, de la tecnología y de los marcadores financieros.
La ideología, también, ha sido un resultado de la construcción del pensamiento relativista, posverdad, hedonista y del nuevo pragmatismo social.

De ahí, la trivialidad del humanismo, del altruismo, la beneficencia social y la equidad en la distribución de las riquezas, en esta nueva economía del mercado.

Cada persona ha pasado a ser un sujeto, o un resultado sin tener conciencia de su conducta, sus hábitos, a veces, son un medio o un fin para la existencia de la política del bienestar.

Ahora estamos flexibilizando y aportando a una nueva normalidad. Después de un largo agotamiento emocional, de deudas, pérdidas de ahorros, desempleo y confinamiento, las personas están ansiosas por volver a la vida de antes del covid-19. La pregunta sería ¿para qué una nueva normalidad? ¿con cuáles propósitos? ¿Cuál aprendizaje? O ¿cuál es el nuevo proyecto de vida? Es evidente que después de una circunstancia de tantos daños colaterales, hay que volver a esa nueva normalidad, para activar la economía, vacunar y lograr inmunidad, volver a generar empleo, los niños y adolescentes ir a la escuela, abrir teatros, cines, viajes, espiritualidad, en fin, volver a soñar y construir para el presente y el futuro.

La radiografía a la pandemia, en la salud, las finanzas, lo social y lo personal, cada país, cada persona, puede mostrarlo.

Sin embargo, la radiografía a la nueva normalidad debe ser una estrategia del Estado, de la gerencia pública y privada, de cada institución, de cada familia y de cada persona.
La normalidad debe ser responsable, reflexiva, prudente, comedida, equilibrada, asertiva, enfocada y programada de forma funcional.

Para volver a la funcionalidad y a la adaptabilidad psicosocial, se debe tener un para qué, el cómo y el dónde; para fluir en la vida de forma adulta.

Existen personas que fueron impactadas en su salud mental, que aumentaron de peso, incrementaron el tabaquismo, el alcohol y otras drogas. Ahora, en la medida que se logra mayor inmunidad para volver a la normalidad, hay que cuidar la salud mental, buscar la ayuda, aumentar la resiliencia social.

Todos hemos aprendido, pero no todos están dispuestos a cambiar, sacrificar hábitos y comportamientos inadecuados. La vida se trata de prevenir, de mantener el enfoque después de haber vivido una circunstancia desfavorable. Recuerde, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

Prepárese para recibir un mercado más inescrupuloso, más agiotista; una mayor inequidad, exclusión y deshumanización de las personas. Cada persona debe reflexionar y hacer una radiografía a su vida antes, durante y después del covid-19.

Para entender que hay que continuar cuidándose y ser prudente con el distanciamiento, mascarilla y lavado de mano, hasta que exista una real inmunidad global, regional y local.

La normalidad desde el punto de vista psicosocial implica: una buena relación consigo mismo, una buena relación con los demás y una buena relación con las cosas; es decir, volver a funcionar de forma adaptativa y con mayor sanidad en todas las áreas.

La normalidad no es resultado de la individualidad o del ser, sino una construcción social

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