La predisposición a la vulnerabilidad es propia de la condición humana. Desde que nacemos hasta que morimos somos vulnerables. El ser humano lo sabe, pero lo niega, lo minimiza, lo desconoce y se autoengaña; sin embargo, esa vulnerabilidad lo hace más frágil, lo expone a los riesgos, al fracaso y al sufrimiento; pero el ser humano continua de forma recurrente exponiéndose a su condición de vulnerabilidad. Ser vulnerable es tener una fragilidad, una condición de ser víctima de un daño, de una exposición a la condición de enfermarse, de vivir pérdidas, de riesgos socioeconómicos, de ser excluido o discriminado, ya sea por prejuicios sociales, condición social, religiosa, por sexo, o por procedencia.
Ser mujer y ser joven o proceder de una región económicamente deprimida se es tres veces más vulnerable a tener acceso al desarrollo social, al empleo, a la valoración, el respeto y a la aceptación de los grupos organizados de la sociedad.
Existen varios tipos de vulnerabilidad: biológico o heredo familiar, con tendencia a enfermedades crónicas no transmisibles: diabetes, hipertensión, demencia, alcoholismo y enfermedades neurodegenerativas. Existe vulnerabilidad según el tipo de personalidad, debido al carácter y temperamento, dado la existencia de personas con mal manejo de la ira y con trastorno del control de los impulsos. Pero también, hay vulnerabilidad en lo emocional, en lo psicológico, en lo social, en lo económico, en lo político, en lo familiar, en las relaciones de parejas, interpersonal y grupal.
A la vulnerabilidad que le hace ser víctima o riesgoso, que le dificulta la armonía, la estabilidad y la funcionabilidad, póngale nombre y apellido. O sea, asumir de forma consciente y objetiva su vulnerabilidad. Cientos de personas son recurrentes a vivir dentro del riesgo y ser parte del riesgo y de las vulnerabilidades en diferentes procesos de su vida; es decir, tropezando con la misma piedra, asumiendo los mismos comportamientos y obteniendo los mismos resultados por años; indicadores que le limitan o les estigmatizan como una persona de poca madurez, psicorrígida, inflexible, de pocas habilidades y destreza en discriminar y aprender de los errores y las adversidades.
La falta de revisión de las actitudes, del comportamiento, y de los resultados de vida son los que predicen que tan vulnerable es una persona ante una condición de la que puede evitar, controlar, gestionar o administrar su predicción de vulnerabilidad.
Existen factores modificables que nos ayudan a tener menos vulnerabilidad ante una enfermedad, ya sea realizando ejercicios, cambiando los habítos tóxicos por hábitos saludables, y asumiendo una vida con propósitos sanos. En la medida que asumimos conductas de alto riesgo, aumenta la condición de vulnerabilidad, donde los predictores o condicionantes aumentan, favoreciendo la aparición de crisis, desajustes, trastorno o episodio que aumenta su condición a tocar fondo en la vida; ejemplo, asumir deudas sin control, no llevar disciplina con un tratamiento médico, no prever y adelantarse a las situaciones que le dan indicadores de que va mal, y la persona continua adelante, sin valorar o reflexionar sobre el patrón conductual o riesgoso en el que vive.
Las personas maduras, reflexivas, con inteligencia emocional y social, aprenden a proteger su vulnerabilidad, la identifican y la reconocen para controlar y aumentar sus factores protectores, para ser menos vulnerable ni presentar una condición de inestabilidad, de riesgo, y en aprender a manejar sus adversidades, protegiendo su vulnerabilidad en todas las órdenes. Siempre se dice que hay que asumir riesgos, exponerse para crecer y obtener resultados; es cierto, pero siempre protegiendo su vulnerabilidad, para saber qué hacer y cómo responder de forma adaptativa y funcional, manteniendo el control, el sentido de vida y las razones existenciales por la que se vive. Reflexione, haga una radiografía a su condición de vulnerabilidad en la que se encuentra y de la que se le hace difícil proteger. Pero siempre, es mejor buscar la ayuda en cualquiera condición que se encuentre para lograr el bienestar y el equilibrio emocional. Las personas que se exponen a circunstancias estresantes, a dinámica de conflicto y adversidades, deben de aprender a proteger su vulnerabilidad, resolver sus problemas de forma asertiva, y buscar ampliar sus ingresos y mantener sus hábitos saludables. Las personas que fluyen y que son asertivas protegen su vulnerabilidad.