MARIVELlCONTRERAS
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G racias a La Cenicienta y otros cuentos infantiles de su tipo, las madrastras pasaron a la memoria colectiva como mujeres malvadas que sólo sirven para hacer daño a las hijastras y para morirse de envidia ante ellas.
A lo largo de los años he escrito algunos artículos de felicitación a las madres y algunos de reconocimiento a la mía, con motivo del día de las madres.
Este año, sin embargo, tengo que confesar que estoy sensibilizada con las madrastras.
Estaba conversando con mi hermana el pasado fin de semana y hablábamos precisamente de estas mujeres valerosas que han formado hijos que no han parido, con el mismo amor que los suyos o los que le hubiera gustado tener.
Desde tiempos inmemoriales he escuchado testimonios de mujeres y hombres que fueron llenados de amor por mujeres que eran esposas de sus padres, que eran sus tías que suplían la falta de una hermana ida o de un hermano fuera del país con la entrega de una madre.
He sentido en mi propia piel el amor femenino multiplicado por el amor infinito que me unió a mi madrina, por el apego que tienen las madres de mis hermanos con los hijos de otras madres, pero del mismo padre y la mía con ellos.
Ahora que es más realidad que nunca aquello de los tuyos, los míos y los nuestros, siento un deseo inmenso de abrazar a todas esas mujeres que han amado con el alma lo que no es de su sangre. Salud!!!