Los viejos sociólogos distinguían entre “la vida personal”, las “relaciones interindividuales” y los “vínculos sociales” propiamente dichos. La vida personal es el ámbito de nuestras emociones, ideas, preferencias vocacionales y de carácter; en las relaciones interindividuales descubrimos ante “el otro” parte de nuestra intimidad; así ocurre con el amigo, con la novia, con el familiar. Algo de nuestro interior queda manifiesto delante de los “relacionados de confianza”. Pero en las relaciones estrictamente sociales, no revelamos nuestros sentimientos, no dejamos ver nuestro interior. La relación social funciona a través de usos y costumbres. Decimos “buenos días”, y nos sentamos junto a una señora en el autobús, con la cual no cruzamos palabra en todo el tiempo que “transitamos juntos”.
Este esquema de tres pasos lo usó Ortega en el curso titulado: “El hombre y la gente”; y también su discípulo Julián Marías en su obra “La estructura social”. Muchos otros pensadores utilizan distingos parecidos. Pero ocurre en nuestra época que las tecnologías audiovisuales han creado variantes de las “relaciones sociales” y de las relaciones “interindividuales”. Ahora es posible que los políticos tengan contacto con las personas, mediante teléfonos móviles con pantallas de televisión. A través de “Internet” muchos jóvenes encuentran “pareja” y amigos a quienes hacen confidencias. Estos amigos del “ciberespacio”, en algún momento, dejan de ser “virtuales”.
Puede haber vecinos -cercanos y vecinos- distantes. No hay más que mirar, en una sala de espera, media docena de individuos atendiendo sus teléfonos “inteligentes”. No intiman con los presentes sino con los ausentes. Ese mundo, “separado de los demás”, te permite pagar, cobrar, enviar cartas, hacer citas; y estar presente donde no estás. El tiempo, el espacio, la proximidad, la lejanía, han sido alterados por la tecnología. Puedo mostrar mi intimidad a quien no veo, ni conozco.
El computador es archivo, instrumento de trabajo, medio de diversión, – cinematográfico y musical-, centro de “acopio de información”. También puede tomar el lugar de los clubes sociales. Se han ensanchado las modalidades de conexión entre “el hombre y la gente”. Por tanto, la “estructura social” es ahora un poco más compleja que en tiempos de Emile Durkheim. Los controles colectivos han cambiado cualitativamente. No debe sorprender que con la política ocurra igual.