Una sociedad que inhibe la paternidad

Una sociedad que inhibe la paternidad

TAHIRA VARGAS GARCÍA

Mañana es el Día de los Padres. La celebración de esta fecha favorece a la reflexión sobre la paternidad en nuestra sociedad, ¿construcción, despojo o inhibición?

A diferencia de la maternidad, la paternidad en nuestra sociedad se inhibe y se reprime. A las mujeres desde niñas se nos enseña a ser madres, con orientaciones hacia el cuidado a hermanos menores, niñas y niños más pequeños. A los hombres, por el contrario, se les niega ser padres. No se les fomenta el cariño, cuidado, sensibilidad y responsabilidad frente a los niños y niñas más pequeños. Esta lógica cultural sostenida en el machismo y el patriarcado ha afectado notablemente a los hombres mutilando sus capacidades afectivas y emocionales y su relación con la niñez desde la ternura.
Al momento de tener hijos e hijas muchos hombres reducen su rol de padres a ser “proveedores” y no su sentido afectivo, acompañamiento, comunicación, afecto, seguridad y protección.
Otro grupo importante de hombres, tienen hijos e hijas de diferentes mujeres y no asumen su paternidad, convirtiéndose en “padres ausentes” formando familias que en vez de llamarse de “madres solteras” son “familias de padres ausentes”.
La paternidad no se visibiliza en la vida social. El hombre está excluido de las campañas de prevención de embarazos en adolescencia y de su incidencia en el nacimiento de niños y niñas en condiciones vulnerables.

Hay que reconocer que junto a esta situación se produce una tendencia entre un grupo importante de hombres adultos y jóvenes que está cambiando esta práctica. Hombres adultos y jóvenes que asumen su rol de padres en toda su magnitud (educación, crianza, afecto, seguimiento, salud).

Lamentablemente no contamos con mediciones estadísticas sobre los padres y su perfil en nuestra sociedad. Carecemos de datos sobre porcentaje de hombres que son padres, cantidad de hijos según número de uniones (porcentaje de prácticas poligámicas), y proporción de padres adolescentes. Tampoco tenemos información sobre la edad en que los hombres inician la paternidad en nuestra sociedad ni el porcentaje de padres responsables y ausentes.

La paternidad debe integrarse desde una perspectiva de equidad de género en el sistema educativo y en las políticas sociales. Los programas sociales deben tener como punto de partida información estadística y cualitativa sobre la paternidad y la maternidad adulta y adolescente.

La promoción de la paternidad integral y responsable desde un enfoque de género debe ser parte de los programas de educación sexual y reproductiva, así como de erradicación de la violencia de género, igualmente reforzar y visibilizar las buenas prácticas de paternidad responsable que existen en nuestra sociedad y su potencial de cambio hacia una nueva masculinidad.

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