Es innegable que el país hace mucho rato que perdió el rumbo, donde su función de garante de los derechos de la población ha quedado anulada, para convertirse en un ente al servicio de los intereses de los grupos económicos y de una clase política comprometida con la aniquilación del proyecto de nación que nos dejaran los trinitarios.
Esta sociedad perdió el rumbo desde el momento que comenzaron a invertirse los valores, donde ser honesto, responsable y trabajador, ya no es lo que importa, lo que vale es tener dinero, aunque este haya sido conseguido a expensa de la sangre y el sudor de todos los dominicanos.
Se perdió el rumbo de esta sociedad, cuando para ser político exitoso se debe asumir como regla, no tener principio, pudor, ni sensibilidad humana, pues lo que interesa es llegar al poder a cualquier precio.
El rumbo de esta sociedad se perdió cuando personas exhiben inmensas fortunas, sin conocérseles actividades empresariales, sin formar parte de las élites económicas tradicionales, pero sobre todo, sin tener forma alguna de sustentar tanto dinero, con tan solo el salario que devengan desde la administración pública.
Es indignante saber que la componenda política está tan bien enlazada, que nadie se atreve a cuestionar las mágicas fortunas que se exhiben en este país, esas surgidas en pocos años de trabajo, sin sustentos que puedan avalarlas, pero que, de ser cuestionada por un simple inmortal, puede ser llevado al paredón de la justicia dominicana.
Todo este tinglado de inmoralidad es respaldado por una red de medios de comunicación, que están puestos al servicio del engaño, de la fabulación de historias que buscan proyectar una sociedad muy distinta a la que tenemos. Esos medios contaminan la mente de la población, promoviendo el circo, el morbo y la desfachatez, siguiendo muy bien las practicas del Imperio Romano, cuando entretenían a su población con la sangre de los gladiadores.
Esta sociedad ha perdido el rumbo desde el momento que se condena la delincuencia que cometen jóvenes de los barrios, que son víctimas de la exclusión social, sin embargo, se premia, se protege y se promueve la delincuencia política.
Promover el espectáculo de sangre, de asesinar un delincuente común, para dar muestra de justicia, es algo muy cotidiano en el uso de los medios de comunicación de este país, donde no importa si esa imagen será vista por niños, que la misma pueda generar temor y pánico en una gran parte de la población, es una clara evidencia que hemos perdido el rumbo como sociedad.
Escuchar periodistas hablar de combatir la delincuencia, personajes sin escrúpulos morales, que no tienen forma de sustentar sus bienes personales, pero que sobre todo, ellos arrastran una larga cola de inmoralidades, es sinónimo de que como sociedad perdimos el rumbo.
Pero ya hace muchos años un dominicano por elección, el gran intelectual Federico García Godoy, nos hablaba del rumbo de la sociedad dominicana, en su obra cumbre “El Derrumbe”, donde hacía alusión a todos estos elementos de ausencia de institucionalidad, pero sobre todo de una dirigencia política comprometida con el desorden, el bandidaje y el entreguismo de la soberanía nacional.
Sin lugar a dudas que ha llegado la hora de que las personas honestas, las que tienen vergüenza, aquellas que sienten amor por la República Dominicana, asumamos la construcción de un proyecto de dignidad nacional, que puedan enrumbar este país por el sendero de la verdad, que les devuelva a los dominicanos la esperanza y la oportunidad de vivir con honestidad.
No todo está perdido, es posible retomar el país, pero para ellos debemos asumir el compromiso y la unidad, para poder vivir con dignidad.