Debo hacer una confesión: hace dos años, cuando apareció el coronavirus, mi mente recorrió los años de cuando leía las historietas de Superman, esas que expresaban la capacidad de la maldad en el alma humana para desarrollar la destrucción mediante experimentos que buscaban exterminar la humanidad.
Pero aparecía el superhéroe y eliminaba las oscuras intenciones. Entonces pensé en que alguien había creado el virus para el exterminio, reducir la población adulta y el lucro con la venta masiva de las vacunas contra el COVID-19.
Pero reaccioné, y me dije que no debía coincidir con Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos que atribuía a los chinos haber creado el virus.
La pandemia, global, tiene otra explicación, bastante verosímil y vinculante con lo que está pasando con el cambio climático debido a la acción de los humanos en el planeta.
Según el filósofo brasileño Leonardo Boff, los virus son formas de vida que comparten con nosotros el ecosistema y que en algunos momentos atacaron a la fauna y hasta la flora, pero como hemos destruido el hábitat y con ello las distintas formas de vida existentes, los virus que tienen la capacidad de mutar, al no tener donde incubarse, encuentran en los seres humanos la forma de sobrevivir y atribuye a ese fenómeno la aparición del COVID-19.
Y, alerta que vendrán más y con más potencia porque esa forma de vida la compartimos en el planeta, por lo que debemos prepararnos para resistirlas.
También recordé que mi tercer hermano, al que yo le seguía, murió de tétanos justo a mi llegada al mundo. Él tenía tres años; pisó un clavo infectado en el campo y le dio tétanos, a la tercera fiebre mi madre lo llevó al médico en la ciudad. Resultó tarde. Si hubiera estado vacunado fuera mi hermano mayor, pero no fue así. Creo en las vacunas y en la ciencia.
Existen personas que por muchas razones expresan su rechazo a las vacunas, incluso con aliados en la comunidad científica; yo era de ese grupo, pero cambié solo de pensar en que mi hermano mayor murió de tétanos porque no estaba vacunado, y un vecino de mi casa nunca pudo caminar porque le dio poliomielitis. Decidí que quiero vivir los años que me quedan y me he puesto tres dosis de Sinovac.
Los de la teoría antivacunas alegan que el COVID-19 le da a los vacunados, eso es cierto, pero después de las vacunas se ha reducido el número de muertes, lo que indica que al menos amortigua como para no complicar la vida. La ciencia y la tecnología se han unido contra la enfermedad y se sigue buscando la forma de reducir las muertes por contagio.
La constate ha sido que las hospitalizaciones y los decesos son en personas no vacunadas.
La otra constante es, que los vacunados que han sido contagiados, tienen síntomas leves que desaparecen a los pocos días, y la baja de hospitalización también es un indicador de que es correcto vacunarse, como lo es seguir las medidas precautorias hasta que desaparezca el virus y surjan medicinas con capacidad de enfrentar las mutaciones, como las de ahora: el ómicron.
La ciencia y la tecnología se han unido contra la pandemia de covid
Se sigue buscando la forma de reducir las muertes por contagio
Los vacunados también son afectados, pero con menos letalidad