El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo está llevando a cabo un programa de consultas ciudadanas –“Diálogos del Desarrollo”– en las regiones del país. Se procura, con este hermoso ejercicio, escuchar de viva voz de los habitantes de esos territorios sus pareceres sobre las necesidades que enfrentan y las soluciones que necesitan. Siempre es saludable el diálogo, sobre todo cuando se escucha a quienes residen en una comarca determinada y saben, como nadie, qué necesitan y, en algunos casos, hasta tienen ideas específicas sobre cuáles podrían ser las soluciones a esas necesidades. Siempre recordamos las sabias expresiones del padre Cela, quien solía repetir que nadie sabe más que el pobre cuáles son sus necesidades más urgentes –prioridades– y qué soluciones ellos desean. Cuando el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo desciende hasta los ciudadanos para oírlos, y lo hace con la presencia de sus principales ejecutivos, está saltando mediaciones que casi siempre se mueven por suposiciones y por saberes que emanan de los libros y de experiencias de otros lugares. Ahora, queda saber qué hacer con los planteamientos y las propuestas que se escuchan en los diálogos. En el pasado, recordemos, hemos tenido experiencias parecidas, algunas de ellas ricas en la recolección de valiosas informaciones pero los gruesos documentos derivados han quedado engavetados sin mayor utilidad.
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Ojalá que ahora sea diferente y que, sugerimos, en cada provincia quede una especie de comité para el desarrollo provincial que impulse y de seguimiento a las sugerencias emanadas de estos valiosos diálogos. Este ministerio es, probablemente, el más llamado a empujar un modelo de desarrollo socio-económico que sea más inclusivo y equitativo en términos territoriales. Esperamos que así sea.