Gran parte de nuestros merengues navideños muestran la estrecha relación en nuestra lógica cultural entre contenido festivo de la época y consumo de alcohol. No se cuestiona el clima de “bebentina” que expresan.
Esto resulta contradictorio con las preocupaciones existentes en el país sobre otros géneros musicales donde se integra al consumo para el placer otras sustancias psicoactivas que son ilegales. Esas sustancias son las únicas consideradas como dañinas, entendiéndose en algunos casos que toda música que las mencione debe prohibirse para que no promueva su consumo.
El alcohol por el contrario es una sustancia psicoactiva legal promovida en las actividades festivas sin restricciones de edad ni condición. Se supone que el consumo de alcohol está prohibido para personas menores de 18 años pero no se cumple. Se puede observar en lugares de diversión y en fiestas a niños, niñas y adolescentes menores de 18 años consumirlo y no pasa nada.
El alto grado de consumo de alcohol en nuestra sociedad en las fiestas navideñas se muestra en la presencia de una proporción significativa de personas intoxicadas en los días del 23-25 de diciembre y del 30 de diciembre al 1ero de enero. El reporte del COE del 2 de enero 2023 presenta un total de 663 casos de personas intoxicadas por alcohol, “de las cuales 48 resultaron ser menores entre 14 y 17 años de edad”. (HOY, 2 enero 2023)
Muchas familias son permisivas y promueven el consumo del alcohol en sus hijos (sexo masculino) menores de 15 años, sostenidas en una percepción errada de que el alcohol favorece a la “virilidad” del niño-adolescente, vinculándose así alcohol con masculinidad.
En el ámbito familiar y vecinal existe preocupación por el consumo de marihuana, crack y cocaína, pero esto no ocurre con el alcohol. No se reconoce las graves consecuencias del alcohol en la salud y que este es también una droga, pero legal.
Los estudios realizados sobre el consumo de drogas ilícitas demuestran que inicia con las “licitas” como las bebidas alcohólicas y el cigarrillo. Las bebidas alcohólicas no solo inician, siguen formando parte de la diversidad de mezclas de sustancias adictivas (alcohol-marihuana-tabaco-crack) que generan graves daños a la salud y a la vida de nuestra niñez y adolescencia.
Las familias y las comunidades necesitan ser orientadas por los organismos de protección a la niñez sobre las consecuencias del consumo del alcohol a temprana edad, y priorizar la generación de cambios en las lógicas culturales que refuerzan este consumo. Los operativos de prevención de riesgos-emergencia deben integrar el componente de protección a la niñez y adolescencia en todos los ámbitos.