CARACAS — Unos 20 millones de venezolanos pueden participar el domingo en las elecciones de la Asamblea Nacional, celebradas en medio de cuestionamientos internacionales y sin la participación de las principales fuerzas opositoras. La oposición llamó a un boicot alegando un “fraude” y dejó el camino libre a los candidatos del mandatario, Nicolás Maduro, para imponerse sin dificultades.
Entre fuegos artificiales y el sonido incesante de una diana que salía de unas grandes cornetas instaladas en la parte trasera de un camión blanco, un puñado de seguidores del gobierno, algunos de ellos vestidos con camisetas y gorras rojas, se concentraron en una plaza del oeste de la capital para llamar a los electores a salir a votar. Eventos similares se repitieron en otros puntos de la ciudad.
Desde el amanecer se observaron pequeñas filas de electores concentrados en puntos de votación del oeste y centro de Caracas poco antes de la apertura de las mesas.
“A votar, por la patria, por el futuro. Familia venezolana: llegó el día, llegó la hora, a ganar”, dijo Maduro en un breve mensaje que se difundió el domingo en redes sociales y que transmitió la estatal Venezolana de Televisión.
El proceso de votación arrancaba a las 6 de la mañana con la apertura de unas 30.000 mesas de votación en todo el país, que funcionarían por doce horas. Los primeros escrutinios se esperaban para el final de la jornada.
Con la victoria de los candidatos oficialistas, Maduro se asegura el control de todos los poderes públicos. Al perder el Congreso, la oposición quedará sin ningún piso institucional y muy limitada para ejercer alguna presión contra el gobierno, lo que según algunos analistas acelerará el final de los últimos vestigios de la democracia venezolana.
Una coalición opositora logró una contundente mayoría en los comicios de 2015 y arrebató al oficialismo el control de la Asamblea Nacional, que habían manejado por dieciséis años. Durante los cinco años de ejercicio parlamentario, la oposición debió lidiar con el cerco jurídico del Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el gobierno, que anuló todas las leyes y decisiones del Congreso.
La recuperación del Legislativo por parte del oficialismo tendrá un sabor amargo para el mandatario izquierdista, puesto que se dará en medio del rechazo de Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte de los países de la región, que han cuestionado los comicios asegurando que no se cumplen las condiciones para un proceso electoral transparente y democrático.
La postura crítica de la comunidad internacional hace prever que no habrá cambios en las presiones y sanciones hacia el gobierno de Maduro, quien deberá seguir sorteando la compleja crisis sólo con el apoyo de Rusia, China, Irán, Cuba y Turquía, que en los últimos años se han convertido en sus incondicionales aliados.
“Allá los golpistas, los que piden intervención militar. Nosotros decimos: ‘votos sí, guerra no, balas no’”, dijo Maduro la noche del sábado, en una transmisión de la televisora estatal, al desestimar las críticas internas y externas contra elección.
“Diga lo que diga Donald Trump o Iván Duque, el pueblo de Venezuela va a elegir su Asamblea Nacional y el 5 de enero nace un Poder Legislativo nuevo”, afirmó el mandatario tras llamar a los venezolanos al participar en la votación, en la que se elegirán 277 diputados entre unos 14.000 candidatos.