Verdades contra Mentiras o cómo salvar a los medios del abismo

Verdades contra Mentiras o cómo salvar a los medios del abismo

“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”

Joan Manuel Serrat

“Con la verdad, ni ofendo ni temo”

José Gervasio Artigas

“No hay arma más potente que la verdad en manos de los buenos”

Juan Bosch

Durante la semana que termina fui blanco de una nueva arremetida de ataques contra mi nombre y honra. Es cierto que ofende quien puede, no quien quiere, pero también vemos que los ataques que nos envían se dan cíclicamente, al menos dos o tres veces por año, y sabemos aquello de que «repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad», una de las leyes de la propaganda nazi atribuida al macabro personaje Joseph Goebbels. En psicología se conoce como efecto de «ilusión de verdad».

Algo que llamó la atención es que coincidió exactamente con el megaevento de las AFP en Punta Cana, con todo su despliegue de lujos, poder y publicidad. Y que junto con la artillería de los dos o tres ya conocidos que se dedican desde redes o micrófonos a ser la versión “colmadón” del pseudoperiodismo tóxico tipo Bonillita Aybar o Fernando del Rincón (CNN), esta vez apareciera un comentario ofrecido en la emisora Z101, específicamente de la comunicadora Iluminada Muñoz, quien en todo caso me merece hasta hoy el mayor de los respetos.

En este caso lo más sorprendente no fue que  desde un programa en una emisora tan importante y una comunicadora con quien nunca ha habido el menor contacto se desplegaran 9 minutos de vehementes acusaciones sobre mi nombre y el de una institución intachable, y que esto se difundiera masivamente.

No: lo que enciende todas las alarmas y las preguntas es que, luego de establecer comunicación con la señora Muñoz y enviarle un documento de más de dos páginas aclarando y desmintiendo punto por punto todo lo dicho, con  argumentos y pruebas irrefutables, la señora Muñoz me dejara “en visto” y ni ella ni el programa dedicaran ni siquiera 30 segundos a aclarar y rectificar, no en beneficio mío, sino del básico deber periodístico de decir la verdad y no desinformar.

En vista de lo anterior, de que no solo se desinforma y se difama sino que además se silencia la verdad una vez queda al desnudo, echando por la borda todos los códigos clásicos del periodismo, comparto con el público nueve aclaraciones y precisiones, y al final una breve reflexión:

  1. Empecemos por lo primero y lo más obvio: En democracia, las diversidad y contradicción de opiniones y puntos de vista es legítima y no nos hace enemigos ni peores personas. Por lo mismo, cuando se tiene diferencias con otra persona hay que debatir las ideas y hablar con argumentos. Si se ataca moralmente a las personas y se dicen mentiras o falsedades, eso no es debate, es guerra sucia que solo genera desinformación, crispación, odio, animadversión y se socavan la convivencia, la paz y el diálogo social. Se atenta contra la democracia y la vida civilizada.
  • Nadie es «monedita de oro» ni puede ser intocable o estar libre de las críticas, pero todo el mundo tiene derecho a que se le evalúe o cuestione en base a hechos reales, no por lo que no existe o se inventa y no se puede demostrar.  El acceder a un micrófono es una responsabilidad mayúscula. Si se convierte en “licencia de caza” basta ver lo que Donald Trump acabó creando en Estados Unidos. El primer deber de alguien que habla en un medio de comunicación o es generador de opinión pública, es ser honesto y ofrecerle a la audiencia afirmaciones ponderadas, equilibradas y que sean confiables y tengan sustento verificable. Para eso antes hay que investigar, contrastar y comprobar, porque después, por mucho que se explique, el daño hecho es prácticamente irreparable, tanto sobre la persona atacada como sobre la sociedad toda.
  • No hay que ir a Marte para investigar sobre mí. Soy una persona conocida, que cualquiera consigue mi teléfono y contacto en las redes. No hay razón para señalar acciones o insinuar faltas que no existen, sin siquiera hacer el intento de confirmar si son ciertos o no. Ese es un deber básico del periodismo y de respeto al público. 
  • Mi trabajo es como académico universitario e investigador, de eso vivo de forma más que austera, además de muchas otras cosas que hago, especialmente el activismo social, sin necesidad de remuneración alguna. Mis aportes sociales están a la vista en cualquier búsqueda en Google y en mi CV (siempre que se busquen páginas acreditadas con fuentes confiables, no medios apócrifos, sensacionalistas ni fakenews).
  • Contrario a lo comentado, yo no tengo meses ni días sino años enfrentando el entramado de negocios llamado AFP y ARS. Soy investigador económico y social formado y reconocido, y llevo 11 años estudiando, investigando y publicando sobre las condiciones de trabajo y seguridad social en República Dominicana. Lo que yo hago no es de meses ni de días, ni es tampoco el grosero oficio de “atacar”. Humildemente, soy coautor de varios libros e informes que son referencia en el debate nacional sobre el tema, incluyendo los debates legislativos y de política pública. Y me siento muy orgulloso de que para hacerlo no ataco, no insulto, no miento, ni descalifico moralmente a personas y mucho menos incito directa o indirectamente a la violencia en su contra. Mi trabajo es profesional, se basa en datos verificados, estudios, teorías, conceptos, análisis estadísticos y se fundamenta en un firme compromiso cívico con la clase trabajadora y con la dignidad de la gente. Es mi manera concreta y real de hacer Patria, defender la Constitución y el interés nacional, y cuando debato lo hago sin guerra sucia, porque el deber cívico de cada uno/a es cuidar la democracia que tantas vidas costó.
  • Es absurdo y delirante llamar a la Fundación Juan Bosch «la Fundación de Matías Bosch». Primero porque ninguna Fundación puede legalmente tener dueños. Segundo porque dicha institución fue creada por doña Carmen Quidiello de Bosch, dama intachable de la nación, con don Juan Bosch en vida, hace 24 años. Y tercero, porque yo no la presido ni la he presidido nunca, ni soy miembro de su directiva, ni trabajo en ella. Solo soy -muy orgullosamente- un miembro ordinario de la misma, y me siento orgulloso de haber laborado antes en dicha organización así como lo estoy de todas mis demás actividades académicas, profesionales y sociales.
  • Si en vez de atacar por atacar cumplieran con las reglas básicas de la ética y la técnica periodística, se vería muy fácilmente que la Fundación Juan Bosch cumple con absolutamente todos los requisitos de transparencia y cumplimiento de su misión. Cualquiera que visite la web de la Fundación y específicamente la sección Transparencia ( https://juanbosch.org/transparencia/ ) verá todo publicado conforme a la Ley, y si se visita la sección Memorias ( https://juanbosch.org/memorias/ ) se podrá encontrar lo realizado en años. También cualquiera puede visitar la Sala Juan Bosch en la Biblioteca Nacional y verificar todo en persona. Pero además  la Fundación Juan Bosch debe rendir cuentas sistemáticamente a la Cámara de Cuentas, al Ministerio de Economía, al Ministerio de Educación y a la DGII.
  • Los informes y la rendición de cuentas sistemática son tanto cuantitativos como cualitativos, y en base a indicadores. Los fondos a los que se accede se reciben en un proceso concursable transparente e institucionalizado, y si cualquier ONG en ese sistema falta o falla en rendir cuentas, hasta por una factura de colmado, automáticamente queda suspendida. Y si se quiere más, cualquier ciudadano/a  puede pedir todas las cuentas que entienda necesarias en base a la Ley de Libre Acceso a la Información.  Entonces, si se cuestiona sin buscar ni mostrar NADA, se habla desde el prejuicio, se está inventando, no se sabe de qué se habla, o se está queriendo engañar al público.
  • Además de los ataques basados en falsedades sobre mi trabajo y el buen nombre de una institución, se llega al colmo de montarse (otra vez) en una NOTICIA FALSA sobre un «matrimonio» INVENTADO por sensacionalistas a partir de una foto de Facebook tomada hace años en un evento público, o de donde quiera que la saquen. Solo habría tiene que buscar en internet, el periódico HOY del 27 de agosto de 2017 específicamente ( https://hoy.com.do/nieto-de-bosh-desmiente-se-case-con-la-activista-ana-belique/ ) y verificar que se trata de una noticia falsa y vieja, DESMENTIDA hace años, burdamente presentada como un hecho supuestamente nuevo y verídico, y, para llegar a la cima de lo absurdo, vinculan esta falsedad con crímenes macabros y aberrantes, en el que queda mezclado mi nombre.
  1. Reflexión final: La democracia dominicana, de por sí frágil y llena de amenazas, está en riesgo por un fenómeno que es transnacional. Los medios de comunicación, acompañados de la velocidad instantánea y masiva en que se pueden difundir contenidos en red gracias a internet, se están viendo penetrados cada vez más por la estrategia del sensacionalismo, el morbo, las fakenews y la posverdad que permiten crear estados de opinión pública como nunca antes, generalmente en base al odio, la crispación y el miedo, emociones primarias del ser humano de muy fácil activación. Cada vez los medios son colonizados por figuras y propuestas que ofrecen vía fácil a un falso “éxito” de audiencia, pero que como Roger Ailes, creador del monstruo Fox News, carecen de todo respeto por el periodismo, por el público y por las consecuencias generalmente nefastas de sus estrategias, totalmente alejadas del deber y oficio de informar.

Esto es ya una estrategia política, de poder. Así se han desestabilizado países, así llegó Adolf Hitler a ser quien fue. Así se han ganado elecciones en el siglo XXI. Así  un personaje nefasto como Donald Trump hizo su campaña y se convirtió en presidente de Estados Unidos, y casi logra dar un golpe de Estado asaltando el Congreso de ese país, en un espectáculo dantesco.

Al mismo tiempo, está absolutamente claro que soy un caso de alguien a quien no hay nada de lo cual acusar con un mínimo elemental de fundamentos, y si soy blanco de ataques no es por otra cosa que porque defiendo ciertas ideas y denuncio situaciones que a elementos poderosos del establishment dominicano no le convienen que se digan. Sino ¿cómo se pueden pasar meses y años acusando a una persona o a una institución en base a especulaciones, mentiras, noticias falsas y prejuicios? Si su preocupación es la probidad ¿Cómo no investigan primero? ¿Por qué la fijación con una persona y una entidad cuando hay cientos que merecerían igual o más escrutinio y ni siquiera son nombrados?

Ahora la eliminación física no es tan necesaria cuando es mucho más fácil y barato neutralizar y silenciar desacreditando a las personas, haciendo que el público las odie y no les crea. Si a Orlando Martínez o a Narciso González se les asesinó y desapareció, ahora es más fácil sacar del camino haciendo que la gente les pierda el respeto en base a mentiras y guerra sucia, solo con unos cuantos clics, y nadie te podrá acusar de un crimen.

Estos métodos, facilitados por el escenario antes descrito, combina a personas cuya misión en los medios es atraer visibilidad porque eso les provee rentabilidad; en otros casos porque es su catapulta a otras posiciones sociales y políticas; y porque hacerlo da poder para muchas cosas (publicidad, chantaje, extorsión y otros).  A todo esto hay que agregar que, aunque en la normativa de República Dominicana difamar, calumniar e injuriar son delitos tipificados, la verdad es que estos personajes o quien cometa estas acciones la saca gratis y tiene en un 99% garantizada la impunidad, dada la insuficiencia de las normas y la ineficiencia e ineficacia del sistema de justicia y las penas para estos casos. Ni hablar de los delitos de odio, que ni siquiera están tipificados.

Así que por ahora solo queda aspirar a que exista un freno ético, de consciencia, para salvar a los medios y los comunicadores del abismo al que unos pocos quieren arrastrarlos, que es igual a salvar la democracia. Quienes con seriedad quieren hacer un aporte a la sociedad, sea cual sea su línea ideológica, deben reflexionar, evitar y rechazar contribuir a esta pendiente terrible, donde lo que está en juego no son personas particulares, sino la estabilidad democrática y la convivencia pacífica, que necesita del respeto, la tolerancia y proteger la libertad de las personas a pensar y expresarse sin convertirse por ello en enemigos, y a que la diferencia se resuelva en debate de ideas y argumentos, no en ataques, odio y cancelación, que son un camino que se sabe dónde empieza pero no dónde termina.  

En cuanto a mí, en la base de todo estos ataques hay intereses, y la verdad siempre aparece. En algún momento se sabrá por qué se escoge el ataque contra mi persona (como contra otras) en determinados momentos y en evidente coordinación. Por qué se selecciona mi figura cuando hay otras con más poder e influencia y que son claramente cuestionables. Quién o quiénes piensan esto y cómo se diseñan y coordinan estas operaciones. Los que estamos pendientes de estos asuntos tenemos bastantes elementos y sabemos que nada de esto es casual ni espontáneo, ni un inocente arranque de apostolado cívico. La verdad vencerá a la mentira.