Por JOSANNY MONÍ
La poesía es un aliento creador que nace antes que la palabra, un antiquísimo soplo que germina, contempla y revela los misterios. La poesía es la vida manifiesta o no de la existencia, humana o espiritual. La poesía siempre está presente en todo, en lo dulce y lo amargo, en la luz y la sombra. Gravita en una dimensión suprasensible, por lo cual se hace necesario vibrar en su sintonía para recibir sus señales y revelaciones.
Freud decía que los sueños son una ventana al inconsciente y también lo son las palabras. En los sueños perdemos todo control de nosotros bajo su influjo y en el caso de las palabras es porque a veces se dice “equivocadamente” lo que necesitamos y no lo queremos. De ahí que los poetas que logran acercarse, al menos, a las orillas del misterio abren ventanas para observar y recibir lo que la eternidad de los tiempos guarda, estas emanaciones digeridas por el ser interior se conectan con la revelación y luego las trasforman en metáforas, que es la representación más sincera, como primigenia imagen que antecede a la palabra.
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En la mayoría de los casos, los poetas, a través de sus versos, dan testimonio de sus experiencias con el mundo que les rodea, razón por la cual nadie puede ver una flor de la misma forma que otra persona, porque la flor se recrea eternamente nueva en cada ojo que la mira.
La joven poeta Itsuki ha abierto sus propias ventanas para recibir y ver lo que solo su alma ancestral y a la vez nueva puede absorber. En el poemario Ventanas de sueños vemos sus mundos desplegarse frente a un lector que busca conectar para entender los mundos que carga a cuesta la poeta.
Con un río de palabras que no cesa, con su estilo libre y contemplativo, la poeta Itsuki nos muestra, por medio de una estructura fluida y flexible, los elementos que circundan y se desdoblan con facilidad en sus poemas; permitiendo que las emociones y las imágenes fluyan libremente, como se evidencia en estos versos del poema 1:
Se volvió orilla la profundidad que conversaba su sombra
parpadeó recuerdos tus ojos en el silencio que muerde sus trenzas,
como lluvia que barniza en mente abierta.
La tierra oscura, se ruboriza
cuando se medita en cosas distintas. (p. 23)
Como se evidencia en el primer verso “Se volvió orilla la profundidad que conversaba su sombra”, podemos intuir que la joven poeta hace retroceder las aguas, como Moisés en el Mar Rojo, para profundizar en el misterio de lo desconocido, en el misterio que oculta la sombra. Ella provoca el enigma hasta encontrar alguna pista que la guíe hacia la voz que la llama.
El simbolismo en estos poemas es abundante, haciéndose valer de elementos como la naturaleza, el tiempo y el espacio para expresar las perlas encontradas y que subyacen en lo más profundo de su ser. Las metáforas, empleadas con mucho acierto, conectan su mundo interior con el mundo exterior, que nos permite apreciar una unicidad espiritual y material. Veamos su poema “Secretos”:
La luna se muestra distante y en su silencio
cuenta mil historias reflejadas en su pecho,
conquistas desvanecidas en los siglos
en su claridad se balancea un enjambre de miradas
y besos huérfanos que alguna vez fueron suyos,
en horizontes se asemeja la tarde
en sigilo la noche arropa. (p. 28)
La luna, aquí, puede significar un pasado inalcanzable y las historias no contadas, mientras que el «silencio» refuerza la noción de misterios ocultos y emociones no expresadas. Aunque los poemas no siguen una narrativa lineal, hay un flujo continuo de pensamientos que genera una sensación de introspección y reflexión filosófica. Los versos están organizados de manera que las imágenes se desarrollan progresivamente, llevando al lector a una exploración de lo espiritual, lo abstracto y lo terrenal. Veamos estos primeros versos del poema “Sueño lejano”:
Me aislé como silencio del ruido
y la soledad se desprendió en tardes de otoño
liberé alma en lo eterno las horas se acostaban sin sueños
el aroma era cultivado por un árbol antiguo
en mí un ángel deslizaba idioma roto en laberintos
sembró campos enteros de posibilidades con un beso.
(p. 59)
La poeta Itsuki logra transmitir a través de sus poemas sensaciones profundas y variadas: desde la melancolía hasta la espiritualidad, pasando por la confusión y la búsqueda. El lector se encuentra inmerso en un espacio donde las emociones fluyen sin filtro, lo que provoca una reacción visceral. Un ejemplo de ello lo encontramos en su poema 13:
En sus lágrimas corrían sus ojos con mirada hecha de herejes,
sin palabras que explicaran lo perdido de lo que amó mientras
tuvo tiempo.
La nostalgia envejeció en ausencia con terrenos hasta donde
cae la vista, con el corazón tirado en batalla y un silencio
que jamás se recoge de los cuerpos.
Se quedó allí, en senderos devolviéndose en promesas en luna menguante,
en profundos cuentos del norte al sur llorando
raíces entre las cuevas. (p. 51)
Una reincidencia del dolor circundando el alma de sujeto lírico, nos hace crepitar de tan solo leerlas, les presta a nuestros ojos la memoria de una sangre que no cesa. Ya habíamos mencionado que las metáforas en este poemario reinan en sus páginas, sin embargo, no está demás decir que el uso de imágenes sorprendentes, poco convencionales, es una de las características más originales de estos poemas. La forma en que se combinan conceptos abstractos y tangibles ofrece un enfoque fresco, que desafía las expectativas del lector. Ejemplo:
«Me vaciaré el mar de la boca y todas las ausencias en la noche» (Poema Lámparas p.34).
Esta metáfora, donde el mar se vacía de la boca, sugiere tanto una liberación emocional como la vastedad de lo que no se puede decir, mostrando una creatividad inusual y profunda. En “Ventanas de sueños” persisten elementos como el silencio, las sombras, la noche, la embriaguez. En un ir y venir a lo largo del poemario.
Los poemas abordan temas profundos como el paso del tiempo, la muerte, la búsqueda de significado y la conexión entre el ser humano y el universo, además se puede apreciar una interconexión entre todas las cosas, donde los límites entre el yo y el cosmos se difuminan. Ejemplo:
Todos somos dioses, dioses somos todos.
En dimensiones sensibles, en dimensiones distintas
(Poema Confines oscuros, p. 42).
Este verso expone una filosofía de unidad y divinidad compartida, sugiriendo que todos formamos parte de un todo mayor, donde lo terrenal y lo espiritual se entrelazan. El poemario Ventanas de sueños destaca por su riqueza simbólica y su capacidad para conectar imágenes cotidianas con verdades filosóficas más grandes. Las emociones fluyen en cada verso, mientras que las imágenes y metáforas desafían al lector a encontrar nuevos significados en lo abstracto y lo intangible.