HUGO TOLENTINO vive como un príncipe, afirman algunos. Su residencia es hermosa, acogedora, amplia
La abundancia de intelectuales que tendría Antonio Guzmán frente a la supuesta escasez existente en otras tendencias internas del PRD hicieron que Hugo Tolentino Dipp se inscribiera en ese partido en 1977. José Francisco Peña Gómez insistió con él, hasta lograrlo, para que ingresara. Ese año pasó a ser miembro del Comité Ejecutivo Nacional.
Hugo narra esta experiencia al referirse a sus relaciones con Salvador Jorge Blanco, a quien favorecía por sobre Guzmán cuando se presentó la convención para elegir al candidato, afirma. Era partidario de Jorge Blanco aunque no pertenecía al partido pero colaboró con la campaña junto al grupo de pensadores y escritores que lo apoyaron.
Dice que no conocía a don Antonio y que por consiguiente se inclinó por su contrario. “Aspiré a una diputación y durante los cuatro años de Salvador Jorge Blanco fui presidente de la Cámara de Diputados”.
Agrega que “al margen de que yo mereciera o no ostentar ese cargo me favoreció el hecho de que el PRD tenía una profunda división en aquel momento: guzmancistas, salvadoristas, peñagomecistas y majlutistas. Yo recibí el respaldo de Salvador pero sobre todo de José Francisco Peña Gómez, quien a pesar de esa división era el único aglutinador que tenía el Partido Revolucionario Dominicano aunque no totalmente respetado, tanto así que tuvo más tarde el Bloque Institucional Social Demócrata para poder identificar su liderazgo y cohesionar la mayoría del PRD en torno a él”.
Estuvo siempre activo en el Gobierno jorgeblanquista, a pesar de que tuvieron “algunos tropiezos” que no llegaron a enturbiar sus simpatías que se remontaban a fechas anteriores; lo conoció en Santiago en actividades sociales “y luego esa amistad alcanzó niveles íntimos”.
“Nos juntábamos a menudo, yo pasaba días en su casa en Santiago y él en la mía aquí en Santo Domingo. Naturalmente, la política intervino en nuestras relaciones y cuando aspiró a la Presidencia de la República yo le apoyé. Yo no conocía a Antonio Guzmán”, reitera.
Se extiende en contar sus logros como presidente de la Cámara de Diputados pero no profundiza en el gobierno de Jorge Blanco ni entra en consideraciones sobre el juicio a que fue sometido el expresidente.
Prefiere narrar la forma en que ingresó al PRD tras salir de la UASD. Peña insistía en que se integrara. Los intelectuales existentes en la organización, según el líder, se iban a incorporar a Guzmán si este ganaba. Y decidió entrar. Fue ascendiendo hasta llegar a presidente de la agrupación.
En su gestión parlamentaria montó la primera exposición alrededor del parque Independencia sobre las libertades políticas, en la que participaron “todos los pintores famosos del país”; entregó a los niños dominicanos, en muñequitos impresos, lo que era la democracia y editó la Constitución explicada, que también se editó en el sistema Braille, para no videntes.
Hizo publicaciones “sobre el trámite legislativo” que contenían “todas las incidencias de una ley en el Congreso”. José del Castillo, Ramón Colombo, Milagros Ortiz Bosch fueron entonces sus colaboradores.
Posesiones materiales. Hugo Tolentino vive como un príncipe, afirman algunos. Su residencia es hermosa, acogedora, amplia. Tiene un personal doméstico eficiente, espléndido, se retira al campo cada semana a disfrutar las plantas, flores y hortalizas que él mismo siembra y la vivienda que también construyó él. Degusta los mejores vinos y para muchos sigue siendo “un dandy”. Pero a pesar de tanta holgura y de las altas posiciones que ha ocupado nadie lo ha acusado de corrupto, porque no lo es.
Para él la honradez es un asunto de educación familiar, de la tradición de sus padres y de la convicción “de que un hombre público tiene que actuar con transparencia y observando lo que son los principios morales: honestidad, verdad, solidaridad, respeto a los demás y plena conciencia de que los cargos oficiales son para servir. La carrera pública es un problema de vocación sincera”.
Comenta que siempre ha tenido posibilidades económicas que le han permitido llevar una vida sin limitaciones. Filosofa sobre lo que para él es la felicidad y asegura que para vivir en paz consigo mismo lo principal “es no tener remordimientos, complicidades ni vergüenzas frente a uno mismo, poder volcar la memoria hacia atrás, recorrerla y no tener manchas. Se puede tener dolores y hasta arrepentimientos, pero no escoria, como lo son el peculado, el irrespeto a los derechos humanos, la ambición desmedida y el comportamiento inmoral en lo público o en lo privado”.
Refiere que sus hermanos y él heredaron terrenos de sus padres y que todavía les quedan “más de 20 mil tareas de tierra en Río San Juan y en la provincia Valverde”. Además, añade que ha desempeñado cargos “que me han permitido vivir holgadamente e hice inversiones turísticas, las cuales vendí muy ventajosamente”.
Por otro lado, agrega que tiene “acciones en un banco importante de nuestro país y he sabido hacer productivos los bienes que poseo”.
Las pertenencias materiales y su tranquilidad espiritual permiten que no dependa de un empleo para vivir bien. Por eso ha actuado con libertad en sus funciones públicas sin importarle las consecuencias. Siendo ministro en el Gobierno de Hipólito Mejía, no lo apoyó en sus propósitos reeleccionistas, tampoco en la reforma constitucional que le permitió volver a ser candidato a la Presidencia. Finalmente, le renunció por el apoyo que el mandatario ofreció a las operaciones de los Estados Unidos en Irak, lo que había rechazado Tolentino.