La muñeca «Luz Verde, como siguen diciendo los más pequeños, es sin duda uno de los elementos más emblemáticos de la serie de la que todo el mundo está hablando, El juego del calamar. Por ello no es de extrañar que este auténtico símbolo del último éxito de Netflix haya cobrado vida. No como Pinocho, pero sí con una réplica en plena Séul.
Ha sido en el Parque Olímpico de la capital surcoreana donde se ha instalado esta reconstrucción de la ya mítica muñeca Young Hee. El origen de la perturbadora y gigantesca muñeca no es en absoluto un misterio, pues se remite a los libros infantiles de las escuelas surcoreanas. Para que nos entendamos, Young Hee vendría a ser la ‘María’ de los libros de texto, un nombre de niña genérico para enseñar a los más pequeños.
El juego del calamar es un éxito en todo el mundo. Tras superar las 100 millones de reproducciones durante su primer mes en Netflix, la serie surcoreana se convirtió en la más taquillera de la historia de la plataforma pero también en la más cuestionada por sus escenas de violencia. La polémica está a la orden del día.
El eje argumental de esta ficción es que los jugadores de esta ficción se encuentran todos atravesando una grave crisis financiera, por lo que deben superar los niveles de distintos juegos infantiles para poder llevarse un millonario premio de USD 38 millones. Pero lo más impactante -o lo más siniestro- de este juego es la regla que establece que, si pierden o son descalificados, tendrán que pagar con su vida. Esta característica es la que inspira escenas sangrientas y desesperantes.
El desarrollo y contenido brutal del drama de El juego del calamar incluye desesperación, traición y, sobre todo, muchísima violencia; que es justamente lo que despertó las alarmas en la comunidad educativa de España porque los alumnos intentan imitar esas pruebas, según consigna un artículo en el diario El Mundo.