Este año los Tres Reyes Magos han tenido más dificultades que nunca. En el Líbano, al pasar por la llamada “buena cerca” o frontera amigable, fueron sometidos a un severo interrogatorio. Militares, autoridades migratorias y aduanales, detuvieron a los Reyes Magos creyendo que eran emigrantes indocumentados sirios o subsaharianos. Los camellos en que viajaban hacia Israel fueron examinados con aparatos de rayos x. Si los terroristas de Oriente Medio usan coches-bomba, es posible que extremistas de otros lugares usen camellos-bomba. Además, el camello es un animal rumiante; dentro de sus tripas, debidamente protegidas, pueden introducirse contrabandos de piedras preciosas o de drogas narcóticas.
Al llegar a Panamá, para cruzar el canal, los Reyes Magos confrontaron nuevas dificultades. Les exigieron la actualización de sus pasaportes y visas; no podrían continuar su viaje hacia las Antillas. Finalmente, les permitieron salir de la zona del Canal para que acudieran a un notario de la ciudad, a certificar y apostillar sus antiguos pasaportes. Los camellos tuvieron que ser estampados con números de identificación individual y vacunados. Se les hizo pagar un “impuesto de tránsito riesgoso”. Por tratarse de “Reyes Magos”, intervino la cancillería panameña para acelerar los trámites burocráticos y obviar algunas exigencias políticas de los operadores del canal.
Los Tres Reyes Magos llevaban todos un mapa con su itinerario por América Central y el archipiélago antillano. En Haití, encontraron el ambiente más hostil. En primer lugar, a causa de las bolsas con juguetes. Las autoridades haitianas de la frontera insistían en que eran “pacas”. Los Reyes Magos argumentaron que no eran mercancías sino regalos para niños pobres. Los aduaneros comprobaron que en sus itinerarios no figuraba Petionville, ni Kens Koff, dos lugares habitados por personas acaudaladas.
El colmo fue cuando los aduaneros notaron que los Reyes Magos portaban “botellitas de aguardiente”. ¿Qué es eso? preguntaron los vigilantes fronterizos. Es aguardiente dominicano, contestaron. Entonces se armó la de Troya. -Ustedes no saben que nosotros tenemos el mejor aguardiente del mundo, el Barbancourt. -Es que nos dijeron que no consumiéramos clerén ni triculi. El oficial, encarando a Baltasar, dijo: no te da vergüenza, siendo tan negro andar con Melchor, que parece un francés-normando. ¡Sépanlo, esta frontera se respeta!