Sectores sociales culpan de degradación a la ineficiencia de las autoridades, incapaces de sostener políticas públicas que contrarresten la delincuencia.
La crisis de la familia, la distribución y consumo de drogas, asociado a la ineficiencia de las autoridades y de los grupos organizados de la sociedad civil, son responsables de la violencia en sus diversas manifestaciones que en los últimos años sacude a los habitantes de la provincia Peravia, de acuerdo con representantes de diversos sectores sociales.
El escenario principal es Baní, municipio cabecera, donde, lo mismo que en toda la provincia, faltan políticas públicas dirigidas hacia los sectores donde viven la mayoría de las personas involucradas en homicidios, suicidios, feminicidios, accidentes de tránsito, violencia intrafamilar y otras expresiones que generan muertes, luto, tristeza, orfandad e incertidumbre.
Al respecto, el obispo Víctor Masalles Pere elevó su voz. “Pobre Baní, huérfano de autoridades. El ruido de la música en alto volumen arruina la paz de los que en un pasado dieron la vida por el pueblo y ahora en la ancianidad ven que la autoridad aquí la tienen los dueños de colmadones, bocinas y desconsiderados”, twiteó.
Esa protesta refiere la proliferación de decenas de negocios dedicados a la venta de alcohol establecidos en las principales calles de la ciudad, barrios y comunidades rurales de la provincia, quienes contaminan los hogares y no permiten que sus pobladores puedan conciliar el sueño y descansar por la “ violencia sónica” sin que nadie ponga freno.
Para Tomas Arias, presidente de la Federación de Organizaciones Comunitarias de la provincia Peravia (Fedocopp) la violencia tiene sus causas fundamentales en la falta de educación en valores desde el seno de la familia, asociado a factores como la falta de oportunidades, el desempleo, drogas, desatención de las autoridades.
Dice que la mayoría de los barrios pobres de la provincia son “zona apache” donde cada quien resuelve sus problemas a su manera, porque existe la percepción de que las autoridades no lo hacen.
Como expresión de la gravedad del fenómeno delincuencial y de violencia, Arias cita el ejemplo de la cárcel, donde conviven hacinados y en condiciones infrahumanas más de mil 300 internos en su mayoría de barrios humildes como Pueblo Nuevo, Santa Rosa, Villa Majega, Las Colinas, Barracones, El Maní, La Saona, El Fundo, Los Cajuilitos, Santa Cruz, La Paja, Washington de Matanzas, además de comunidades rurales donde la pobreza está situada en más de un 45 por ciento.
Fabio Herrera Guerrero, empresario, es de opinión de que las expresiones de violencia es mayor debido al flujo migratorio de banilejos que salieron y volvieron, sobre todo desde Estados Unidos.
Mucha droga y poco trabajo
El empresario Fabio Herrera Guerrero indicó que un agravante de la violencia lo constituyen los puntos de drogas que operan desde hace mucho tiempo y que no han sido enfrentados por las autoridades como deben, por lo que muchos jóvenes que viven próximo a esos lugares tienen que dedicarse a actividades delincuenciales para buscar el dinero para comprar esas sustancias.
“Creo que no ha habido firmeza de las autoridades para combatir esos flagelos.
Pero también culpa a la la sociedad, de la que dice ha sido indiferente porque no ha reclamado una acción real de las autoridades, por lo que abriga la esperanza de que las presentes autoridades puedan emprender acciones preventivas para disminuir la violencia y actos delictivos que suceden en nuestro querido Baní”, dijo Herrera Guerrero. Confía en que volverá la tranquilidad de la que otrora disfrutó la provincia.